Hablamos con el actor, dramaturgo, director de escena y miembro de la compañía Teatro Che y Moche, Joaquín Murillo en esta entrevista para A Escena Valencia. Estuvo el pasado fin de semana representando en la Sala Russafa de València, "Don Juan en los infiernos", la nueva producción de la compañía, junto a Saúl Blasco y Gemma Cruz. Ahora los podemos ver dentro de la IX Muestra Ibérica de Artes Escénicas de Cáceres. Volverán muy pronto a Valencia con su gran éxito "El Funeral" en el Teatro Flumen, del 22 al 23 de noviembre

A.E.: Este fin de semana estáis en el Teatro Flumen con un gran éxito internacional, "El Funeral", además con fines benéficos para ayudar a las personas damnificadas por la DANA. Si hay un espectáculo emblemático de Teatro Che y Moche sería sin duda "El Funeral".

J.M.: Sí, es nuestro espectáculo estrella, y me atrevería a decir que una referencia a nivel nacional. Compañías de nuestro perfil con espectáculos de mediano formato. Hay mucha caña y mucha gente en el escenario. 20 años, 2.000 funciones, medio millón de espectadores, hemos estado por todos los continentes. Es un triunfo y un éxito. Poder decir eso después de todos estos años, es una satisfacción y volvemos a Valencia. Siempre ha tenido una acogida brutal.


A.E.: En "Don Juan en los infiernos", hablamos de Don Juan, un personaje icónico del teatro español y también internacional. Lo primero que quería preguntarte es desde dónde los has trabajado como actor y qué te ha parecido lo más interesante.

J.M.: Me ha costado. Creo que ningún a personaje se le deba entrar de otra manera que primero desde un profundo acercamiento al autor, Gonzalo Suárez. Es verdad que hay mucho de universal y mucho pensamiento manido del personaje. Todo el mundo tiene una visión de él, y eso a veces da más miedo. Tienes que pensar cómo lo haces tuyo. 

Todos tenemos como un límite, sobre qué personajes interpretaríamos y cuáles no. Unos no interpretarían a Hitler, otros a un pederasta. Indudablemente, eso pone en peligro tus prejuicios, tu manera de pensar, y te pone retos a ti mismo. Tienes que desprejuiciarte, porque si no no interpretarías ninguno de los personajes malvados. Sí que he tenido un poco de miedo por ese lado.

Por otro lado, este Don Juan está proyectado para ser un Don Juan mayor. De 60 años, que son los que yo tengo. También no podía evitar otro tópico que se da entre los actores, de intentar no hacer personajes más jóvenes de tu edad, que no toca, como Romeo. A pesar de ser un Don Juan mayor, pensaba que no tocaba.

Como actor estoy haciendo "El viejo y el mar", estoy haciendo Mosén Millán en el "Réquiem", que son personajes mayores. Esas pequeñas cosas que parecen más frugales, más superficiales, son las que más me han costado. Se enfrenta a esos pequeños prejuicios que cada uno tiene. Más allá de eso, sí que es cierto que en general aquellos personajes que parecen más fáciles, porque tienen como una estructura de arquetipo más evidente... como te decía antes, Mosen Millán, un cura, pienso que me pongo la sotana y está medio trabajo hecho. Mentira. Si es Don Juan, me cargo de galanura y ya está hecho. Mentira. 

Tienes que desvestir a estos personajes de sus clichés y trabajarlos como a todos los personajes, desde ti mismo. Los actores de mi época jugamos a "y si yo fuera...", pero siempre desde el "si yo fuera", no tengo que convertirme exactamente en él. Jugar a ver cómo trataría yo de seducir, cómo me comportaría si jugara a ser un Don Juan o lo fuese. Se convierte en un trabajo más metódico como lo han sido todos. Bien es verdad que al principio me costó por estas tonterías que te comentaba, que están, y que es de obligado cumplimiento contarlas también.


A.E.: También es desmitificar la figura del Don Juan. Creo que es un personaje muy interesante. Como actor es muy bonito jugar con las contradicciones que él tiene. Cuando va a verle su amada, una escena que se nos cuenta en la obra, su compañero le dice a ella que vaya, que le perdone, porque ya no es como fue y que se ha arrepentido. Sin embargo, no queda tan claro que ya no sea como ha sido siempre de rebelde y apasionado. Creo que es un rebelde hasta el final.

J.M.: Nuestro Don Juan no se arrepiente. Nosotros queríamos hacer un Don Juan. Nosotros buscamos como compañía aquello que nos es interesante contar en cada momento. El teatro sigue siendo algo que se enfrenta al mal, como la buena literatura o el arte. Es una de sus misiones, no desde el punto de vista pedagógico sino testimonial. Está el teatro para contar lo que uno piensa. Nos tocaba ahora hablar un poco del donjuanismo y de este machismo. Este tema nos llevó hasta este Don Juan de Gonzalo.

Gonzalo ya es un visionario cuando en los años 90 ya quiere hacer este Don Juan. En forma, hay que pensar en qué época se hace, es cine, una película y Fernando Guillén lo encarna. En Fernando Guillén ya hay mucho Don Juan en él. Me parece que encarna la palabra de una manera maravillosa. Consigue el Goya en aquel año. 

Lo que mejor encontramos en él es el Don Juan que queremos contar. No lo salvamos. Ni se salva Don Juan, ni lo salva Gonzalo. Ni lo salvamos. Ni lo salva Molière, que es en el que se inspira. Nosotros sí que huimos del Don Juan Tenorio de Zorrilla. Hemos trabajado mucho desde el de Tirso y desde el de Molière. Gonzalo Suárez se nutrió del de Molière. Es un Don Juan que en todo momento es humanamente malvado. El tipo es un vividor, un jeta, un machista. Como tal, lo mostramos.

Puede tener sus contradicciones, como las tiene todo el mundo. En las contradicciones que lo definen, tiene pocas. Sus propias contradicciones pueden estar en la fe que él pueda tener sobre sí mismo. Son gente tremendamente insegura y todo ese afán de dominación y ponerse por delante de los demás, su hipocresía, su manera de abusar de la gente, viene de una gran inseguridad. Es la gran contradicción del personaje y es bonito trabajarlo desde ahí.   


A.E.: Pensé en su compañero, que es como la figura de "Pepito Grillo", de su conciencia. Compañero, amigo/enemigo. Don Juan en muchas cosas, y lo dice al final, se convierte en mentor en muchas cosas. ¿Cómo ha sido trabajar Esganarelle y la dupla con este personaje en escena?

J.M.: Saúl hace un gran trabajo. Luego hablaremos también del trabajo de Gemma con Doña Elvira. Todos esperan una Doña Inés y aparece Doña Elvira, que es el personaje de Molière diseña como esposa de Don Juan. 

El caso de Esganarelle es un Pepito Grillo como bien dices, es su alter ego, le acompaña, pero cuidado porque es el personaje más crítico de la obra. Es una voz de la obra tremendamente original y potente que Molière utiliza como encarnación del pueblo. Del villano que es capaz de ver la hipocresía y la miseria de su señor, y a la vez necesitarlo. Hay una crítica más completa a toda una época, que por cierto todavía no hemos superado.

Una cosa muy interesante. Antes de venir a Valencia, en la última función, hubo el comentario de un espectador. Me dijo que no había podía evitar pensar en Errejón en toda la función. Fíjate qué cosa más curiosa. Nosotros somos bastante anteriores a todo este escándalo, pero entiendo la reflexión del espectador. Pensamos que habíamos dado en el clavo por cómo exponemos a nuestro Don Juan, sí tiene algo de eso. 

Hablamos de la corte, que hoy en día la hay. Quien piense que no está en un error. Estos personajes hipócritas, falsos, que se muestran de una manera. En el fondo, son lo peor que puede haber. 

Esganarelle acompaña a este hipócrita, y a ratos lo adula, le acompaña porque si no no vive. Se mantiene en este tipo de personaje, existen porque hay muchos aduladores y mucha gente que necesita de ellos para poder seguir viviendo. Al final, hay un texto de ella, que le dice que llegará un tiempo en que personas como Esganarelle no necesitarán amos. Hay una reflexión muy interesante. Siempre está muy bien y muy lúcida Doña Elvira describiéndole tanto a él como a Don Juan.

Esganarelle es meridiano, es bellísimo como personaje teatral. Tremendamente protagónico. Son tres personajes, es una tríada magnífica. Entre Doña Elvira, Don Juan y Esganarelle se cuenta la historia perfectamente.  


A.E.: El personaje de Doña Elvira me gustó mucho. La firmeza de la que hace gala durante toda la obra. Es como muy decidida y marca su dirección. Me gustó mucho también el trabajo actoral de Gemma. Es una Doña Elvira muy rotunda.

J.M.: Es un trabajo muy fiel a la propuesta de Gonzalo. Hemos hecho una adaptación y hemos desarrollado más el personaje, haciendo alguna escena más larga. Tirando del filón que estaba diseñado por Molière y por Gonzalo Suárez. Pensamos que el personaje ha quedado muy dibujado. 

Hay sobre ella un gran abuso de poder, sino tampoco el diseño del personaje quedaría claro. Es una mujer fuerte, tiene claro lo que le ha ocurrido, y su misión es exponer el mal y no hacer ningún tipo de proselitismo. Las escuelas y los cursos están donde se tienen que dar. En el teatro no estamos para eso.

Es medianamente clara la postura de Doña Elvira, se apoya la idea de mostrar lo que le pasa a Don Juan como a los que sufren a Don Juan. Está muy emporado el personaje y el trabajo de Gemma brillante.


A.E.: Quería preguntarte también por la escenografía, por la puesta en escena, por el vestuario. Es una forma de narrar la historia que nos acerca a lo clásico y también con elementos teatrales y un lenguaje contemporáneo. Las proyecciones, el trabajo de sombras, la dirección. ¿La propuesta fue la inicial o se fue jugando durante el proceso?

J.M.: En este caso, la dirección ha sido de María Ángeles Pueo. Las escenografías y la puesta en escena me suelo encargar yo. Hay una propuesta de sello de estilo. También lo hubo en "Réquiem por un campesino español" que estuvo en Sala Russafa. Somos una compañía de teatro independiente, una compañía de toda la vida, que no puede abordar montajes de muchísimos actores. Es lo normal que le pasa a las compañías de nuestro estilo. Al final, la necesidad se hace virtud y la virtud nos lleva a encontrar caminos. A desdoblar personajes, formatos no excesivamente grandes... La imaginación al poder. Utilizar pocos recursos de una manera muy original y muy bella.

En el Correo Vasco, una de las críticas llevaba un titular que me pareció muy bello y muy emotivo. Decía "lo fácil es difícil". Nosotros intentamos que sea fácil, hay mucho trabajo.


A.E.: El vestuario de montaje es muy acertado y apropiado para la visión de la época.

J.M.: Fíjate que hay una mezcla de muchas cosas. La propuesta desde el punto de vista escenográfico es muy contemporánea. Es muy conceptual. Se varía el espacio. Los multiespacios con poco esfuerzo. Pero fíjate que el vestuario sí que quisimos que fuera a la época que estamos contando. 

En una entrevista de hace poco, comentaba que ese distanciamiento que genera el estar en la época en la que no vivimos, hacerlo contemporáneo, trasladarnos a esa época en la que no vivimos, siglo XVI... Soy partidario de que el teatro utilice todas las herramientas que tiene para desde la distancia hacer que la gente vea las cosas con más claridad.

Muchas gracias a Joaquín Murillo por esta entrevista para A Escena Valencia.