A.E.: ¿Cómo nació escribir tu primera novela y elegir la temática? Hablas del mundo de las joyas, de los robos, de los ladrones de guante blanco, como en este caso encarna el personaje de René Clemont.
J.E.: La verdad es que la idea nació hace muchos años. Siempre me gustó la novela negra y el cine negro…, muy especialmente en el que intervenían ladrones de guante blanco o aquellos que no usaban la violencia para sus robos. Cuando pensé en la historia y su argumento, lo primero que hice fue preparar un guion para cine, pero al mismo tiempo me di cuenta que los hechos narrados pedían también un lenguaje literario, así que…, me embarqué en escribir la novela mientras iba realizando el guion. Creo que el robo de guante blanco siempre atrae al público, es un tipo de acto delictivo en el que se genera cierta empatía con el protagonista. No olvidemos que el ladrón utiliza todo su saber e inteligencia para un tipo de robo muy concreto, algo de un valor sustantivo, casi siempre en manos de gente acaudalada y poderosa y…, de ahí que nos guste ver de qué forma y de qué manera el ladrón logra su objetivo y sale indemne, de alguna forma, de su acción.
A.E.: Al leer la novela “Diamantes negros” no dejaba de pensar que es una historia que perfectamente podría funcionar en el lenguaje audiovisual. ¿Cómo ha sido el proceso de escribir novela respecto a trabajar guion y qué diferencias notas entre ambos lenguajes?
J.E.: Muy linda pregunta. Mucha gente me dijo que la novela tiene un ritmo cinematográfico, pero creo que no es así. Es verdad que es un texto, como cientos de novelas, que puede ser llevado a la pantalla, pero el lenguaje audiovisual requiere mostrar más que decir. Al tratarse de un thriller de acción urbano, trabajé la novela desde la perspectiva del escenario de acción, personajes y diálogos que…, podría decirse parece una estructura audiovisual, pero no es así. Hay cientos de novelistas que construyeron sus obras así, desde Blasco Ibáñez pasando por Conan Doyle, Agatha Christie o Mickey Spillane podemos apreciar esta fórmula y no creo que estuvieran pensando en un lenguaje cinematográfico. Además, la novela ofrece un ritmo, un timming, muy concreto frente al ejercicio de lectura, sin embargo en el cine la construcción requiere otra sintaxis. Desde la imagen se pueden explorar otras propuestas que pueden mejorar o desnaturalizar la literaria. Por eso mucha gente dice, “me gusta más la novela que la película” o…, a la inversa. Creo que ‘Diamantes negros’ intenta atrapar, desde una acción continua, la atención de la lectura y…, veo su traslado al cine desde una construcción más analítica.
A.E.: A la hora de escribir prosa y de plasmar la historia, hay que elegir una manera de escribir y de contar lo que sucede. ¿Qué elementos son más prioritarios para ti en la narración?
J.E.: Elegí siempre un tiempo presente para involucrar más al lector. Algo así como: “René comenta mientras mira por la ventana…” o “Ella camina sin prestar atención…”, quiero decir que no recurrí al tiempo pasado de “se interesó”, “respondió”, “buscó entre los cajones…”. Armé la historia desde el presente porque buscaba la complicidad y situar a los lectores en un capo de acción inmediato como si estuviera viviendo los hechos que ocurren. Creo que era una buena lección para mi primera novela. Situar los elementos en juego de la historia y de la trama en un presente continuo era algo que me lo pedía la obra.
A.E.: Durante la historia, vemos el retrato de dos bandos opuestos, los ladrones y los policías. ¿Qué me puedes contar de personajes como René, Daniel, la inspectora Castell…? ¿Cuál ha sido más difícil de construir y cuál es tu favorito?
J.E.: Debo confesar que René nace de haber hablado y conocido a un supuesto ladrón de guante blanco y de la investigación que realicé para construir los personajes. La identidad y la personalidad de los personajes era algo que me preocupaba mucho. Es algo que aprendí del cine y la literatura, cuidar la personalidad de los personajes y que sean creíbles.
Tanto René, como Daniel o la inspectora Castell son fruto de personas a las que conocí y traté y…, luego construí como ficciones intentando darles las aristas y el perfil que creí oportuno para la historia. Obviamente me basé en arquetipos para evitar la planicie que pueda tener un personaje estereotipado y casi todos fueron creciendo al ritmo de la escritura. Aunque parezca mentira, los personajes te piden qué hacer o qué decir. Tienen vida propia. El más difícil de crear fue el de la abogada Sandra Lezama. Quería una abogada lista, un poco amoral y promiscua acostumbrada al ambiente delictivo y…, me costó encontrar el modelo y, no sé por qué, muchísimos lectores y lectoras me dicen que les encanta lo astuta y resolutiva que se muestra el personaje. Se ve que acerté con su personalidad.
A.E.: ¿Cómo ha sido el proceso de documentación de “Diamantes negros”? ¿En qué referentes y sucesos te has basado o inspirado para escribir la novela?
J.E.: Todo empezó hace unos cuarenta o cincuenta años cuando mi padre leyó una noticia, en un periódico de Buenos Aires, sobre el robo de una joyería que ocultaba dinero y joyas del tráfico ilegal. Aunque el ladrón fue asediado y capturado, el tipo había logrado sacar una fortuna y estuvo pocos años en la cárcel. Ese hecho disparó siempre mi imaginación y pensé que Valencia era un escenario perfecto para un tipo de robo similar. Cuando empecé la investigación me puse en contacto con el grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad de la Policía Nacional de València y la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) y me ayudaron, en la medida en que me podían informar, sobre todas las dudas que tenía sobre el tráfico de joyas ilegales u objetos preciosos. Todo ese material sirvió para crear el argumento y darle verismo.
A.E.: Ahora que has publicado tu primera novela a través de la editorial Contrabando y la has presentado en público, ¿qué reacciones y comentarios te han llegado de amigos y lectores?
J.E.: ¡Ufff! La verdad es que estoy encantado. Hasta el momento, todas las personas que han leído la novela me comentan que se han divertido mucho y que pasaron un momento de lectura muy agradable. Incluso algunas reseñas que comentan o destacan algún contrapunto de la novela, acaban diciendo que es muy recomendable y de notable acción. Las ventas van muy bien y eso es bueno. El boca a boca funciona y te confieso que es una alegría para mí. Estaba muy asustado, al ser mi primera novela, de los comentarios y de las reacciones, pero se ve que hice bien los deberes y la obra gusta.
A.E.: Sé que no es la primera vez que escribes relatos. Antes de tu primera novela, ¿qué tipo de relatos escribiste?
J.E.: Publiqué tres libros de relatos breves, un género que me apasiona, y tengo pensado escribir otro más. La novela siempre me dio mucho miedo y no di el paso hasta tener una historia sólida en la que me sintiera cómodo. En Latinoamérica el cuento y el relato breve gozan de una enorme popularidad y…, bebo de esas fuentes, quizás por eso el cuento es un territorio que amo. También al ser guionista tuve la suerte de trabajar para la televisión y el teatro. Una de mis mayores alegrías fue trabajar junto a Juan José Campanella para su serie ‘Vientos de agua’, que gozó de un notable éxito y…, después escribí dos musicales, ‘Merlín, el regreso de la magia’ y ‘Aires de Mujer’, que no solo se estrenaron en Valencia, sino que tuvieron un buen recorrido por los escenarios.
A.E.: Es inevitable preguntarte también por tu faceta como profesor de guion, por el taller del que eres docente, y por esos alumnos que escriben sus guiones y a los que aconsejas y guías para obtener el mejor resultado creativo, para que aprendan y se diviertan en el proceso. ¿Qué es lo más importante para ti en la docencia?
J.E.: Esa parte es una de las que más me gusta de mi trabajo. Desde hace casi cuatro años doy clases de guion y…, francamente, me divierto mucho con mis alumnos y alumnas. Creo que uno debe aplicar una metodología para hacer sencilla y fácil la mecánica del aprendizaje. Creo que hay que potenciar la imaginación, el pensamiento lateral y crítico. Gracias a mis alumnos y alumnas también aprendo a ver el mundo de otra forma. Apelo siempre a una frase de Paulo Freire: “La enseñanza no es un acto de transmisión de conocimiento, sino de creación de posibilidades”.
A.E.: ¿Cuáles son tus obras favoritas y tus referentes como escritor?
J.E.: ¡Eeehhhh! Hay muchos y muchas. Por ejemplo, la poeta María Elena Walsh, Albert Camus, Bertrand Russell, Borges, Cortázar, Tolstoi, Chejov, Miguel Hernández, Chandler, Vila Matas, Ángeles Mastretta. Por citarte libros: ‘El coronel no tiene quien le escriba’, ‘El Aleph’, ‘Rayuela’, ‘Ana Karenina’, ‘El extranjero’, ‘El mal de Montano’, ‘La tregua’ o ‘El silbo vulnerado’.
A.E.: Ahora que has escrito y publicado “Diamantes negros”, ¿cómo se presenta el futuro?
J.E.: Ahora mismo estoy terminado un guion con mi amiga y guionista Carol Gil; al mismo tiempo estoy investigando para una futura aventura del ladrón René Clemont y…, terminando una pequeña novela que…, espero que salga el año próximo antes del verano y…, si nada lo impide, un monólogo teatral que también tiene posibilidades de estrenarse en 2025. Todo esto, y creo que ya es bastante, compaginándolo con mi taller de guion y mi vida privada. De todas formas, intento que el trabajo no colapse mi vida ni mi cuota de libertad. No podría hacer todo esto si no me tomo pausas de descanso y relajación.
Muchas gracias Jimmy Entraigües por esta entrevista para A Escena Valencia.
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