En A Escena Valencia, hablamos con el actor Manu Rodríguez sobre el gran éxito de Los Chicos del Coro. El Musical. Actualmente en el Teatro Olympia de Valencia, y dentro de nada podremos verlo en una nueva temporada en el Teatro La Latina de Madrid.

A.E.: Hablamos de uno de los eventos teatrales más exitosos de la temporada y que se ha convertido en todo un fenómeno en su temporada en el Teatro La Latina de Madrid. De hecho, vuelve muy pronto. Ahora estáis en Valencia, dentro de la gira del espectáculo.

M.R.: Estamos disfrutando de Valencia. 

A.E.: Darte la enhorabuena por el trabajo. Me gustaría preguntarte cómo es el profesor Mathieu. 

M.R.: ¿Cómo es el profesor Mathieu? ¿Cómo es mi profesor Mathieu? Es un soñador. Es un Quijote. Lo comparto siempre con un Quijote y no hay mayor locura que ver el mundo tal y como es. Como decía mi queridísimo Pepe Sacristán en 'El hombre de la Mancha'. Quizá demasiada cordura puede ser locura. Creo que es la máxima de Mathieu. Es un rebelde que no lo sabe y que no lo muestra, pero que en el fondo se rebela contra la sociedad, contra la forma de educar que tenían en esa época. 

Acción, reacción. La forma que encabeza nuestro queridísimo Rafa Castejón, que hace de director Rachin. A una acción mala, una reacción, un castigo. Y sin embargo, el profesor Clément Mathieu cree que desde el amor, desde la música y desde transmitir emociones con el corazón en un momento dado... de eso se trata de transmitir emociones a través de la música. A través de eso, puedes llegar a cualquier chaval. De una forma muy sistémica, que trata el personaje a los chavales. 

Nadie es bueno ni malo, no es blanco ni negro. Todos tenemos grises, matices. Todos tenemos un lado por el que se nos puede enganchar y se puede llegar a nosotros. Y eso es lo que él intenta, llegar a los chavales a través de la música, a través del amor. Con su idea de mundo quizá fantástico, pero creo que en el fondo es el que debería ser. 

A.E.: Es una función muy tierna, muy entrañable. Dentro de todo ese horror, de esa tristeza, es el amor el que finalmente triunfa. Es ponerle esa chispa de alegría a las cosas. El final me pareció, sin revelarlo, muy emotivo. ¿Cómo ha sido el proceso de ensayos? porque además estamos hablando de un musical que se ha convertido en una de las sensaciones de la temporada, y de largo además.

M.R.: Es de los pocos que va a repetir temporada en Madrid y que vuelve con muy buenas expectativas. Creo que el éxito de este espectáculo, aparte de la dramaturgia de Christophe Barratier y Philippe Lopes Curval, la maestría en la dirección de Juan Luis Iborra dirigiendo, las luces de Juanjo Llorens que crean un ambiente inigualable, el sonido de Javier Isequilla que suena limpio, natural. Además de los grandes actores con los que comparto escena, es la verdad y la emoción. Es una combinación y una fórmula que nunca falla. Verdad porque mis compañeros son muy buenos actores y es fundamental que en un musical o en una obra de teatro con canciones haya buenos actores. Lo reivindico porque últimamente mucha gente está haciendo musicales. 

En la educación de teatro musical, se le presta muchísima importancia y tiempo al canto y al baile, que es fundamental, pero también lo es la interpretación. Porque si no todo lo que te cantan y bailan se te va si no te dan verdad. A esa verdad me refiero. Que te den verdad y que cuando te estén hablando te lo creas. Y no estés pensando en si este actor es bueno o malo. Es que el que está ahí es el profesor Mathieu, Rasin, Langlois, Mondain o quien sea. Tienen que ser actores que te muestres el personaje directo, de verdad. Me saca mucho, cuando voy a ver musicales, una mala actuación. Creo que no se le da la importancia que tiene en los musicales a la actuación. 

Por una parte, la fórmula es la verdad, y por otra parte la emoción. Emoción por lo que has dicho, por un final desgarrador, donde la gente sale con lágrimas en los ojos pero con una sonrisa. Te dicen gracias por hacerles sentir esa alegría y están llorando. Están llorando de felicidad. La gente sale con una sonrisa y muy felices de que te hayan transmitido esa historia y hacer ese viaje juntos. Hemos hecho un viaje juntos. La gente entra contigo te acompaña cuando les das verdad y emoción. Y eso es lo que tiene este espectáculo. 


A.E.: Juan Luis Iborra es un director que trabaja mucho desde la emoción. ¿Cómo ha sido el proceso de trabajo con él?

M.R.: Juan Luis es muy generoso. Es un gran director y una persona muy generosa con los actores. Nos ayuda. Él nos acompaña en nuestro trabajo. No es ningún imperativo. Sabe que cada actor tiene unas armas, una forma de hacer, una velocidad. Desde el primer minuto, me sentí acompañado por esta persona que no conocía y pensé que es un gran director. Te entiende, te ayuda, te quiere. Trabaja a través de lo que tu das, de lo que tu sientes. Eso es fundamental para los actores. Sentirte acompañado en el proceso. Es una persona que tiene clarísimo desde el primer minuto lo que quiere, y lo consigue sin que te des cuenta de ello. Eso es maravilloso porque llegas donde él quiere y a través de tu camino. Con eso me quedo, además de la gran persona que es, porque le quiero muchísimo. Además de generoso, una persona maravillosa.

A.E.: En Valencia, tras estas semanas de funciones, ¿qué comentarios te dicen a la salida del teatro, qué reacciones?

M.R.: Lo primero felicitar al público. En Valencia, el público está siendo maravilloso, porque entra con nosotros desde el minuto uno. Entran y comparten con nosotros su experiencia. Se les oye respirar. Hay otros públicos maravillosos y se levantan, se emocionan. Te dicen luego que les ha parecido una maravilla, pero quizá están durante la función mucho más cohibidos. El público valenciano no se cohíbe nada. Se mete en la función. El miércoles pasado tuvimos una función en la que el público estaba totalmente entregado, no había sentido algo así en mi vida. Estaban reaccionando a todo lo que estamos proponiendo. Te dan las gracias por haberles hecho disfrutar. Es lo más bonito que te pueden decir. Que han disfrutado la función contigo. Cuando has hecho un trabajo, más que el aplauso, más que cualquier cosa, lo importante es hacer disfrutar a la gente. Tengo otro negocio y nuestro lema es hacer disfrutar.  


A.E.: Es un musical que viene de una película muy famosa. ¿Qué referencias tiene esta obra sobre la película?

M.R.: Diferencias notables son las de incorporar a niñas y a una profesora. Eso en la película no está. Le aporta frescura y dinamismo. Es más actual. En esa época, las niñas y los niños no estaban juntos. Hay una razón temporal por la que estamos juntos y se justifica.

A.E.: Cierto que en ese momento había clase de niños, clase de niñas. Hasta colegios diferentes.

M.R.: Sí, de hecho no soy tan mayor y estudié en colegio de chicos. Estudié en La Salle y eramos chicos. Al cabo de los años, uno de mis mejores amigos, su mujer hablando un día nos dimos cuenta que estábamos en el mismo curso, en el mismo colegio, yo en el de chicos, ella en el de chicas, y ni nos conocíamos. No supe hasta el paso de los años, que detrás de esa tapia había otro colegio. Se llamaba igual, el mismo colegio, pero de chicas. 

Es verdad que en esa época no, pero es un internado de postguerra, y triste. Eso es lo que le diferencia de la película, básicamente. Barratier que es el director de la película es el director también del musical en Francia, en el cual tampoco había niñas. Me siento muy afortunado de lo que me dije cuando vino a ver el estreno en Barcelona. Habla perfecto castellano. Quería que le permitiera copiar muchas cosas que había visto en el musical. Para su musical en Francia si lo volvía a poner en pie. Juan Luis le ha dado un toque más fresco, con la misma esencia que hace que este musical sea maravilloso. Creo que se ha mejorado y el propio Barratier lo ha dicho.  

A.E.: ¿Qué te aporta en tu trabajo el teatro musical?

M.R.: El teatro musical lo que me aportaba, cuando yo empecé, estudié arte dramático y quería ser actor.. Tenía mi grupo de música, empecé a colaborar con Cadillac, cuando tenía 14 años. Entonces eran dos cosas diferentes. Vino 'Miserables' y no sabíamos lo que era. Total que una exnovia, con 20 años, se empeñó en que me presentase. Me presenté a 'Miserables', estuvimos haciendo 2 años de casting. Y con 22 años entré a 'Los Miserables'. Me cambió la vida, drásticamente. Lo que me daba era la posibilidad, de cantar, de expresarme, de actuar cantando. 

Tenía un grupo de pop y de rock de los años 80, y aparte hacía texto. Empecé haciendo comedia de'll arte. Los musicales me daban esa opción, y también durante años estabilidad. Los musicales para un actor era darte cierta estabilidad. En mi época, los musicales duraban dos años. Estuve haciendo 'Los Miserables' dos años, 'El diluvio que viene' año y medio, 'La maja de Goya' otro año, 'El hombre de la Mancha' dos años, 'My fair lady' dos años, 'Cabaret' cinco años, 'Jesucristo Superstar' dos años, 'Chicago' dos años. Así iban las cosas. 

Eran musicales que duraban más tiempo. Duraban muchísimo. Pensabas que entrabas, vivías y sobrevivías. También hacía aparte mi carrera musical y sobre todo para quitarme el gusanillo. Lo que me daba de comer eran los musicales porque me daban cierta estabilidad. Hoy en día, llevamos tres temporadas después de la pandemia que todo el mundo sacó todo lo que tenía, demasiados musicales en Madrid.   


A.E.: Además de hablar de Los Chicos del Coro. El Musical, quería retomar contigo una conversación que tuvimos en Madrid hablando de la proliferación de musicales y si hay público para tantos productos estrenados a la vez. La idea es buena pero el tema de la permanencia muchas veces se resiente. 

Por supuesto, si estáis en Madrid, os recomiendo ir a Majareta, un local donde se cena estupendamente y te atiende gente estupenda como Manu. Es un sitio lleno de teatro, de música, y además este buen ser os atenderá con mucho cariño.

M.R.:  Por allí estaré. Sobre los musicales, claramente no hay tanto público. La mayoría de los musicales que estrenamos hace dos años, no llegaron a buen puerto, no hicieron más de seis meses. Son producciones carísimas, gigantescas algunas de ellas. Haciendo cinco meses no se recupera ni el 20% de la inversión. Claramente no hay tanto público. Pero, también es verdad que no les puedes decir a unos productores que no arriesguen, que no inviertan en algo que creen. Ellos creen en su producto. Es ley de vida. Intentas trabajar y producir algo maravilloso. Ha cambiado el modelo también para los actores. Muchas producciones, de hecho en algunos casos estábamos como en dos espectáculos, al final tienes que hacer una, pero luego no dura. 

Gracias a Dios, 'Los Chicos del Coro' sí que han durado, no solo en Madrid, que estuvieron una temporada, sino también en Bilbao, Valladolid, Barcelona, ahora Valencia. Ahora Madrid otra vez con buenas perspectivas. Pero ha cambiado el modelo para los actores. Antes tenías la posibilidad de entrar en los 3, 4 o 5 musicales como mucho que había en Madrid, y sabías que iba a funcionar. Ahora han habido hasta 18 musicales. Claramente, no hay público para tanto.

A.E.: Es abrir un camino para que ese nuevo modelo se consolide y genere ese público tan necesario para poder llevarlo a cabo. Una oferta variada pero que también se consolidara en el tiempo. ¿Qué crees desde dentro que sería necesario para conseguirlo?

M.R.: La receta no la tengo yo, ni voy a saber más que nadie, ni más que los productores. Apostaría por la calidad. He ido a ver producciones este año pasado, que no le hacen un favor a la profesión. Se debería cuidar más. No soy quien pero creo que hay que cuidar y sacar las cosas con calidad. Saber que España no es Alemania, Holanda, Italia. Tenemos unos gustos y un público diferente. Lo que ha funcionado en otros sitios no tiene por qué funcionar aquí.

A.E.: ¿Tienes algún musical o alguna obra que te gustaría hacer?

M.R.: Lo que sé que no me gustaría hacer es repetir un musical. Lo llevo fatal. He repetido dos y no me gustó. Eso es lo que no me gustaría. Alguna obra, 'El tranvía llamado deseo', 'Muerte de un viajante', unos clásicos así me encantaría poder hacer. 'Muerte de un viajante' lo vi hace poco con Imanol Arias y Carlos Serrano, un amigo y un buen actor y compañero, y me encantó. Estaba en el Teatro Infanta Isabel. Creo que esas obras merece la pena hacerlas y esperarlas en algún momento. Me encantaría hacer y repetiría musical con 'My fair lady', pero haciendo de profesor Higgins. Cuando hice 'My fair lady' tenía 30 años. Ahora tengo 55, una buena edad para hacer Higgins, que lo hizo maravillosamente Pepe Sacristán. Le adoro y es un ejemplo. Y Nicolas Dueñas que nos dejó hace tiempo, y era maravilloso como Pickering. También lo compartí con Juan Gea, que es un actor maravilloso también. Con Joan Crosas también coincidí, una maravillosa persona, que además cumple los años el mismo día que mi hijo.

A.E.: Siempre me encanta ver en escena la sinergia entre generaciones, y este musical lo potencia. Ver actores y actrices veteranos trabajar con quien empieza o es su primer espectáculo. Aprender unos de otros.

M.R.: Hay como tres generaciones. Estamos los veteranos, está Mathieu, Rasin, Langlois. Los intermedios Xisco González que hace de Maxence, Chus Herranz que hace de Violette Morhange y Mondain que es Iván Clemente. Luego están los niños. Es maravilloso porque se me olvida que voy a cumplir 56 dentro de dos semanas. Había una amiga mía que tenía perros en su casa, vivía en una finca en el campo, tenía una oveja y se había criado con los perros, se creía un perro. Evidentemente, hacía lo mismo y pensaba que era un perro, no había visto una oveja en su vida. Era un corderito que se crió con los perros. A mi me pasa lo mismo, creo que soy un adolescente como Iván Clemente a quien amo profundamente. Un chaval que va a llegar y lo ves claro. Es un tío que vale mucho y que lo da todo en el escenario y que llega al público. Los niños que son maravillosos. Hay niñas que tienen veintialguno que no lo parecen, que parece que tengan 13. Luego hay una niña que tiene 13 y parece que tenga 17, es la más alta. Con los niños es maravilloso trabajar porque te hacen estar vivo. Te dan muchísimo y te enseñan muchísimo más que tu a ellos. Les ves la cara de admiración y tienes gratitud. Me recuerdan a mi cuando yo empezaba. Veía a Joan Crosas, Pepe Sacristán, Juan Gea... y pensaba que quería ser como ellos algún día. Es maravilloso, te hacen sentir más vivo y la función también está más viva gracias a ellos.   

Muchas gracias a Manu Rodríguez por esta entrevista para A Escena Valencia.