Del 28 al 30 de junio, dentro del Festival de Talleres de Teatro Clásico 2024 de Sala Russafa, podremos ver 'Nuestro pueblo', con texto y dirección de Iria Márquez, sobre el texto original de Thornton Wilder.

Hablamos con ella sobre el proceso pedagógico de ensayos y clases antes del estreno en sala este fin de semana.

Con Amparo Rodríguez, Berta Esparza, Blanca Mansergas, Celio Hernández, Isabel Jareño, Isabel Ramón, J. Luis Gómez, Juanjo Tomás, Lucía Casanova, Lucía Torres, Mercedes Testal, Salvador Furió, Sylvie Berger y Verónica Martínez.

A.E.: ¿Por qué elegiste este texto de Thornton Wilder para trabajar en el taller?

I.M.: Es la primera obra que dirigí en mi vida. Tenía 20 años y estaba trabajando en el Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Alcalá, y casualmente este texto cayó en mis manos y lo monté con mis alumnos de entonces. Sin darme cuenta, encontré muchas cosas, que luego con el paso de los años, me di cuenta que habían formado parte de mi elecciones a la hora de hacer teatro. Tanto temáticas, como estilísticas, como de sentido. 

'Nuestro pueblo' es una obra que nos habla del sentido de la vida, la importancia de disfrutar el momento presente. Transcurre en una pequeña localidad norteña de Estados Unidos, que puede ser equiparable a cualquier otra localidad en cualquier otro momento. La obra original transcurre a principios del siglo XX pero en este caso está ambientada en los años 30 y 40. 

He ido recogiendo cosas que sí que había en ese primer texto. Hay un planteamiento escénico interesante, por ejemplo el trabajo de las acciones mímicas, físicas. En un espacio prácticamente vacío. Son cosas que también me gustan a mi. Sobre todo, despertar la imaginación en el espectador, que es uno de los grandes valores del teatro. Esas han sido mis motivaciones para escoger este texto. 

A.E.: ¿Qué es lo más importante para ti desde la docencia a transmitir a tus alumnos?

I.M.: Después de ya muchos años dando clases, vas escogiendo y realmente los conceptos te escogen a ti. Uno intenta transmitir lo que conoce, de la manera más humilde y más plena. Han pasado muchos años. Para mí, lo más importante es que aprendan a escuchar. Es una cosa que se hace muy poco en el mundo en el que vivimos y es muy necesaria. Tienen que aprender a escuchar de la escena, de la vida, del compañero, y también eso hace que desarrollen la empatía. Creo que es algo íntimamente ligado y está desapareciendo mucho en la sociedad actual. 

Es la escucha, la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Si todos tuviéramos esa capacidad más desarrollada podríamos evitar grandes males que tenemos en este momento, como las guerras. Y no somos capaces de hacer eso. El trabajo en equipo, en cierto modo la humildad. Nunca me han gustado los alumnos o los actores que tienen cierto ego o afán de protagonismo. Hay que ser humilde, generoso, altruista. Son valores que intento transmitir como docente teatral. 

Aparte de eso, ya entrando en faena, que tengan una base técnica importante, que dominen sus herramientas interpretativas, su voz, su cuerpo y su imaginación. La imaginación es capaz de generar grandes cosas y es el método con el que yo trabajo. Para ayudarles a generar situaciones que no son reales y que les hagan sentir orgánicamente como si estuvieran sucediendo en la realidad. 

A.E.: ¿Cómo ha sido el proceso de trabajo en el aula durante estos meses? ¿Qué objetivos tenías?

I.M.: El proceso de trabajo dentro de la línea docente de la Sala Russafa en este tipo de talleres, que es el taller para alumnos no profesionales en el nivel avanzado, normalmente consta de dos partes. Es un taller de montaje. El objetivo fundamental es montar un espectáculo. Lo que pasa es que los primeros meses sí que hago ejercicios de interpretación y veo un poquito cuáles son los niveles, que se conozcan, que aprendan a desarrollar ciertas habilidades, como la escucha, la energía, la atención, la concentración, el ritmo. También una parte de voz, de dicción, de expresión oral. Un control de su cuerpo, del espacio. Hay muchos ejercicios de elenco que nos llevan a desarrollar la imaginación y la respuesta orgánica, la acción-reacción, este tipo de cosas. Los primeros meses, desde octubre hasta enero, trabajamos hasta ahí. 

Luego ya entramos, cuando les entrego la dramaturgia, en el proceso de taller de montaje. Lo viven desde el principio. Hay un trabajo de mesa y luego vamos montando las escenas, comprendiendo a los personajes y creando todo el espectáculo. Es muy interesante porque así tienen un concepto total de lo que es el espectáculo teatral. Esos han sido mis objetivos, más allá de los valores que he comentado en la pregunta anterior, y que se los van llevando, independientemente de que sean actores profesionales o no lo sean, y que son muy necesarios para la vida en general.


A.E.: ¿Qué autores te gustaría trabajar en el aula?

I.M.: Siendo el planteamiento de un taller de montaje que tiene lugar en un Festival de Talleres de Teatro Clásico, ¿qué entendemos por clásico?. El primer año monté 'La Dama Boba' de Lope de Vega, me gusta mucho el Siglo de Oro Español, muchísimo, y el trabajo del verso. Luego pregunté si podíamos ampliar al clásico contemporáneo, me comentaron que sí y entonces ya vi el cielo abierto. Aparte de Tirso, de Calderón o de Lope, he trabajado cada año un autor distinto. Desde Lorca, Pirandello, Ibsen, Chéjov, Molière, Shakespeare; un trabajo sobre los Don Juanes, el concepto. Creo que hemos trabajado muchas cosas distintas. Faltaba Estados Unidos, Norteamérica. No nos habíamos metido ahí, y por eso este año escogí a Thornton Wilder. 

Me gusta ir variando todos los años. No he tocado a Brecht, Strindberg, Calderón como tal tampoco lo he tocado. Lo que me gusta mucho hacer, pero me lleva mucho tiempo de dramaturgia y me parece más interesante, es que trabajemos sobre un concepto. Como puede ser el amor, la libertad, el honor. Y encontremos distintos autores de distintas épocas que nos hablen de ese tema. Con distintos estilos, desde distintos lugares. Generar dramaturgias un poco ad hoc para ese elenco que tengo cada año.

Es verdad que tengo que escoger y hacer la dramaturgia una vez que conozco al elenco. Porque muchas veces tienes 14 alumnos, alumnas, distintas edades, distintos perfiles. Me gusta coserles un texto como si fuera un traje de sastre para que cada uno tenga una parte importante de trabajo interpretativo y sea más o menos homogéneo el proceso para todos. Con ese tipo de trabajos de creación, que pueden ser incluso de forma colectiva, no nos hemos metido pero puede ser interesante también sobre autores clásicos. Hemos trabajado un concepto o un tema. Son muy interesantes también. Me queda mucho por hacer, la Historia del Arte es muy amplia, así que hay mucho trabajo ahí.


A.E.: Tras varios años de docencia, ¿qué recoges para ti como artista y docente?

I.M.: La docencia es uno de los trabajos que muchas veces tenemos los profesionales del teatro y que a veces está hasta ciertamente denostado. Es que "das clases de teatro"... nadie se imagina todo lo que se aprende siendo docente. La energía que se gasta y el esfuerzo y el tiempo, y lo enriquecedor que es ser docente teatral. Creo que te cambia la vida. 

Lo bonito de la docencia es la transmisión del conocimiento es lo fundamental. Una persona tiene que decir "esto es lo que he aprendido. Esto es lo que a día de hoy sé." Probablemente dentro de un año sabré más. A día de hoy esto es lo que sé, y humildemente te lo voy a transmitir, te lo voy a enseñar y te lo voy a mostrar". El que lo recibe podrá decir si le interesa o no le interesa, si le sirve o si no le sirve. Lo importante es que exista ese acto de generosidad, transmitir lo que uno sabe. 

Las clases me sirven para crecer, porque realmente me obligo a leer muchas obras, visualizar muchas puestas en escena, entrenarme como dramaturga haciendo versiones, muchas veces imposibles. Es un trabajo muy enriquecedor tanto para mi faceta como dramaturga, como directora y como actriz. 

Puedo decir que aprendo mucho de ellos. Les enseño a interpretar como creo que se debe atacar en la interpretación. También es cierto que cuando veo a gente que es amateur o muy profesional, sin las costuras y sin las tensiones, y sin todas las capas que los actores profesionales vamos acumulando a lo largo de los años... a veces ellos trabajan desde un lugar tan esencial, tan puro y tan básico. A mi me reconectan con lo bonito del teatro. 

Con esa parte primaria de "lánzate" y a ver desde dónde atacas este texto y este mundo imaginado. Desde qué lugar. Creo que la interpretación es una arte que se puede enseñar de esta manera, siendo muy flexibles, no hay una técnica que valga para todo el mundo. El instrumento es el actor, la actriz. Una guitarra es una guitarra. Tiene X cuerdas, tiene un mástil y habrá distintos tipos, pero ese es el instrumento. Hay una fórmula para tocar ese instrumento. Luego ya está tu talento, pero aquí hay una fórmula. Aquí la guitarra en la interpretación es el actor o la actriz. No hay dos iguales. Aprendo mucho de ellos, porque es una forma de hacer una Nora, o de atacar un Otelo, y me gusta mucho porque aprendo de ellos. Voy variando también y voy dándome cuenta de mis errores, de mis carencias también como actriz. Trato de reconducir y transmitírselo. Está muy vivo ese proceso si tu estás viva también y crees que todavía te falta por aprender mucho como es mi caso. Si crees que lo tienes todo sabido y aprendido, la docencia se verá muy limitada. 


Gracias a Iria Márquez por esta entrevista para A Escena Valencia.