Hablamos con el actor, dramaturgo y director escénico Carles Alberola sobre el nuevo espectáculo de Albena Teatre y Olympia Metropolitana, "Regala'm esta nit", que podemos ver hasta el 16 de junio en el Teatre Talia de Valencia. Una obra que recupera los personajes de una de las obras más míticas de la compañía valenciana, 'Mandíbula Afilada' más de 25 años después.

A.E.: ¿Cómo está siendo la recepción del público en Valencia con las representaciones en el Talia? ¿Qué comentarios y reacciones te han llegado sobre el espectáculo?

C.A.: Sentimos que hay una recepción muy positiva por parte del público que ha venido. Ya antes de entrar al Talia, en las funciones que hicimos en el Circuito desde que se estrenó. De alguna manera, el público se siente concernido, copartícipe del viaje que nosotros proponemos. Siente que hay muchas de las cosas que se dicen en el espectáculo tienen que ver con ellos, con cosas que se dicen. Eso facilita que el espectador proyecte sus miedos, sus fantasmas, sus deseos. Creo que en eso estriba parte del éxito de espectáculo, que la gente tenga la sensación de que les están hablando de tu a tu. 


A.E.: ¿Cómo ha sido el reencuentro en las tablas con Verònica Andrés?

C.A.: Ha sido fantástico. Con Vero es prácticamente toda una vida. Empezó trabajando con nosotros en 'Joan el cendrós' cuando estaba estudiando. Luego llegó 'Besos', 'Spot', 'Mans quietes'... En televisión también hemos hecho cosas juntos, 'Açò és un destarifo', 'Després de tu'. Conoces a alguien arriba y abajo de un escenario. Compartes muchas cosas. Además, el sentido del humor. Ella es una actriz maravillosa, idónea para interpretar este rol de Laura que tiene como tres prismas, tres caras. Pensé que como Cristina Plazas no lo podía hacer por problemas de calendario, Verònica era la persona idónea. Ha sido una suerte que aceptara y que tengamos la oportunidad de disfrutarlo cada día en el escenario. Es muy agradable mirar a los ojos del otro y estar ahí en presente. 

 

A.E.: ¿Cómo ha sido retomar estos personajes después de 'Mandíbula Afilada' y sobre todo con el paso del tiempo? Creo que el leiv motiv de la obra podría ser ¿qué les ha pasado a estos personajes? También el público conecta con cosas suyas. Con circunstancias y situaciones que les hacen muy humanos. ¿Cómo ha sido reencontrarte como actor y como dramaturgo con estos personajes?

C.A.: Es una experiencia curiosa que no suele pasar. Volver a plantearte qué ha sido de unos personajes que eran jóvenes y ahora 27 años después volver a verles, cambiados, heridos, en escena. Con algunas cosas intensificadas y con otras ya en otro ámbito. Como suele pasar en la vida de todos nosotros. La verdad es que me costó encontrar el por qué de este encuentro. Un día se cruzó una pregunta que tenía escrita en estas libretas donde voy apuntando material. La pregunta sobre con quién pasarías la última noche de tu vida. 

Pensé que esa sería la situación idónea para que estas dos personas se reencontraran y zambullirme en eso. Lo que ocurre es que cuando te zambulles realmente tienes que respetar una manera de ser, de comportarse, un lenguaje y un tipo de diálogo. Tenía que encontrar la adecuación de aquel formato escénico que no quería abandonar, como es el hecho de proyectar los sueños, pero no reiterarlo sino evolucionarlo. Hubo un trabajo intenso. La obra la escribí hace cuatro años. Luego vinieron una serie de circunstancias como el COVID, mi enfermedad. Eso provocó que se aplazara. Luego también problemas de calendario de Cristina y míos. Todo ello, hizo que se aplazara curiosamente para la conmemoración de los 30 años de la compañía.

Aquella obra, 'Mandíbula Afilada' era una obra de juventud. Esta es una obra más madura. Los años no solo pasan para los personajes, sino también para el autor. Ves las cosas de otra manera. Intentas recuperar aquel espíritu, pero evidentemente estás en otro lugar, en otro plano.

A.E.: Hay una apuesta muy clara en este espectáculo de mezclar lo escénico con lo audiovisual. En este caso, creo que es como una celebración de la compañía, pero va más allá. Una celebración del teatro, con ese momento que a mi personalmente me encanta, cuando se hace patente que el público está aquí. También hay gente de la compañía que ha trabajado con vosotros y está en un vídeo... Creo que es una obra y también una celebración... de esos 30 años...

C.A.: Creo que el espectáculo reúne muchos de los elementos que forman parte de la línea dramatúrgica que hemos llevado en estos 30 años. Por otra parte, poder contar con gente con la que ya trabajamos en aquel momento. Recuperarlos. Luego, poder contar con parte de la gente que en estos momentos está trabajando en los tres espectáculos de la compañía, en espectáculos anteriores, en series y programas de televisión. Fue una gozada. Entendemos que la existencia de Albena se debe sobre todo a que a lo largo de los años ha sabido crear equipos de trabajo con gente que tiene mucho talento y que ha trabajado con nosotros, que ha hecho realidad nuestros sueños sino también los de ellos. 

A.E.: Son obras muy diferentes. Estoy pensando en las más recientes. ¿Cómo es ese proceso desde que tienes esa idea hasta que lo diriges y actúas? Son tres caminos diferentes, pero que al final confluyen en un espectáculo. ¿Sueles plantear el proceso de la misma forma o depende del espectáculo? 

C.A.: Cada espectáculo para mi es un mundo diferente. Luego hay muchas cosas en los espectáculos que se reiteran. Más allá de tu grado de conciencia, de que lo estás haciendo o no. Para mi siempre es una historia nueva, un viaje nuevo. Para mi, la fase más importante, más rica, más satisfactoria, es la primera; no es ni la de escritura, es la de soñar el espectáculo. 

Primero, se te ha de ocurrir algo que tenga una validez. Cuando se te ocurre, empiezas a tomar notas, todavía sin escribir diálogos. Con algo que tenga que ver con el perímetro de lo que quieres contar. Tienes que pensar que eso sea importante para la gente. Con lo cual, muchas veces empiezo, pero luego paro. Intento distanciarme del material. Y luego cuando vuelvo, si siento que aquello sigue teniendo punch o sentido, o que sigue siendo motor para mi. Una vez lo decides, te pasas mucho tiempo, muchas horas de trabajo. En ocasiones, son años. 

Luego viene la fase de escritura, que si en solitario tiene sus pros pero también sus contras. Hay historias que escribo solo y otras en colaboración. Siempre disfruto más cuando escribo en colaboración. Estoy mucho más relajado. Cuando estoy solo es mucha responsabilidad. Eres tu con tus demonios. Tras esta fase, viene la de generar los equipos. Es una fase muy importante. Tienes que encontrar a la gente idónea, que sean capaces de entender lo que quieres contar, que den lo mejor de sí. 

Y las otras dos fases son para dejarse llevar. El trabajo de dirección, y en este caso, apoyado muchísimo en Toni Agustí. Cuando estoy dentro como actor, cuando estoy fuera es otra. Cuando estoy dentro, necesito a alguien que comparta lo que quiero contar. De ahí viene el trabajo previo, en este caso con Toni Agustí, de horas de conversación, de diálogo, de entender lo que quiero ver, cómo quiero que suene el espectáculo.

A.E.: Siempre es mejor una mirada externa, sobre todo cuando estás dentro en escena...

C.A.: Sí, y sobre todo que sea compartido. Que esa persona entienda lo que quieres contar para encaminarlo todo. Los ensayos son una fase intensa. Evidentemente, a veces te acercas a lo que has soñado. La mayoría de las ocasiones no. Siempre te quedas lejos o bastante lejos. Es una sensación agridulce, hasta que lo pones delante del público y aceptas que hasta donde has llegado es hasta ahí. Esperas que el público se sienta identificado.

A.E.: ¿Eso te suele pasar como actor respecto al texto que has escrito? Como autor ves que no se cumple la visión que tienes o no es exactamente la misma idea que cuando lo has escrito...

C.A.:  Eso me pasa siempre. Me ha pasado siempre. Los montajes son (igual suena muy grande) una derrota sobre la idea que tenía. Es como si me quedara lejos de lo que he soñado. También soy consciente de que lo que es real es lo que hacemos. Soñar es otra historia. Intentas siempre estar muy alerta, siempre muy atento y con ganas de mejorar el material. Encontrando cosas. Luego las obras son lo que son y lo defiendes porque es lo que tu has conseguido hacer. Igual que digo eso, y hablo de la derrota en general, hay muchos hallazgos que uno encuentra en el proceso de trabajo y que no estaban en la escritura. Tienen que ver con el juego escénico y con el tercer personaje, en este caso el público. En una comedia, el público es el tercer personaje, habla, y ríe también. Respira las pausas. Tienes que convivir con él. No es lo mismo una primera función, que cuando llevas 20 funciones, no en este espectáculo en todos. Cada fase tiene lo suyo.

A.E.: Pensando en "Regala'm esta nit" como en otros espectáculos tuyos, siempre hay como unos temas que son recurrentes. Hay ciertos temas de los que te gusta hablar en tus espectáculos. Son temas de los que te gusta profundizar y además son universales. ¿Cuáles son esos temas?

C.A.: No soy quizá la persona más indicada para decirlo. No es algo consciente, sé que está ahí. No es algo que sea premeditado. No es una elección sobre querer hablar de algo. Evidentemente, muchas veces se habla de la realidad, el deseo, de la ficción. Para mí, la ficción es mi oficio. Es mi vida. Y entiendo que todo es ficción. Todo es relato. Eso, supongo que se filtra. En unas obras más y en otras obras menos. En esta, tiene un peso específico, dado que el personaje lleva 30 años imaginando su vida. 

A.E.: Es el 30 aniversario de Albena. Tras todo este tiempo de trabajo junto a Toni Benavent. ¿Cómo es para ti cumplir 30 años?

C.A.: Da un poco de vértigo. Aguantar 30 años en el ámbito teatral es complicado, a nivel nacional y a nivel valenciano. Hay otras compañías que lo han conseguido, que empezaron como nosotros a mediados de los 90. Tiene que ver con mucho trabajo, mucha constancia, mucha suerte también. Que tus propuestas le interesen a la gente. Crear equipos. 

En nuestro caso, hemos pervivido porque hemos compaginado nuestro trabajo escénico con toda una serie de proyectos audiovisuales que nos han dado oxígeno para continuar trabajando en el escenario. Da un poco de vértigo también mirar para atrás, pensando en esos 30 años, y pensando también en lo que queda. No quedan 30 años, quedan bastantes menos. Pensar en qué hacer, qué tipo de proyecto de hacer, qué historia contar, qué historia no contar, con qué gente trabajar. Es como la vida y hay que aprovecharla.