Hablamos en A Escena Valencia con el dramaturgo y director escénico Pablo Messiez. Ha estrenado con mucho éxito su nuevo espectáculo en el Teatro Español de Madrid, "La voluntad de creer". Nos espera en la Sala Max Aub (Nave 10) de Las Naves del Español Matadero Madrid.

A.E.: Me gustaría preguntarte por tu nuevo espectáculo, "La voluntad de creer", que acabas de estrenar en el Teatro Español de Madrid. En este caso, asumes la dirección escénica y la dramaturgia. Se basa en un texto de Kaj Munk, "La palabra". ¿Cómo nació la decisión de llevar a cabo este proyecto?

P.M.: Habitualmente, hago la dramaturgia y la dirección, excepto cuando hago montajes de textos no propios, en general clásicos, y dos veces que hice textos contemporáneos, cuando hice "La piedra oscura" de Alberto Conejero y "Nacido para verte sonreír" de Loza. Hice "Bodas de sangre" de Lorca, "Los días felices" de Beckett, y "Las criadas" de Genet. El resto de obras que hice son textos propios. En este caso, tenía ganas de trabajar sobre la cuestión de la creencia. 

Me interesaba poner foco en el público, es el material necesario para que haya teatro. Si no hay público, la obra no sucede. Poniendo el foco en esa parte de la escena, que es la mirada, me parecía interesante ver cómo se ponía en funcionamiento la fe. "¿Qué cosas hacían que pudiéramos creer?" y "¿hasta dónde se podía tensar un verosímil muy demandante, y que sin embargo sea creíble?". Me acordé de una película que vi de adolescente, que fue "Ordet" de Dreyer, que es a la vez una versión de la obra de teatro de Munk que mencionabas. Me parecía que era un material ideal para trabajar esto. El verosímil es muy demandante, estás en una trama no realista pero donde van sucediendo cosas más o menos admisibles, hasta que da el salto de fe de hacerte creer en el milagro. Por este motivo, elegí dialogar con esta obra. Sobre todo en las últimas obras. En las dos últimas, "Las canciones" y "La voluntad de creer", hay un material de diálogo. En "Las canciones" era la dramaturgia de Chéjov, sobre todo "Las tres hermanas"; y en este caso el texto de Munk.

A.E.: En tu dramaturgia, siempre haces partícipe al público. En "La voluntad de creer", y en "Las canciones", donde además había ese momento de participación directa en el que el público se movía, bailaba, se metía dentro del espectáculo. Hace poco pude leer un texto que me encantó, "El tiempo que estemos juntos"... 

Estáis hasta el 23 de octubre en la Sala Max Aub del Teatro Español con "La voluntad de creer". ¿Cómo ha sido el proceso de ensayos y combinar dramaturgia y dirección?

P.M.: El proceso de ensayos fue bien distinto a otros. Quería trabajar la cuestión de la creencia, y quería ver cómo funcionaba ensayo a ensayo. Ensayamos con público desde el primer día. Invitábamos a gente a venir a ensayos. No a todo el ensayo, sino a las últimas tres horas o dos horas. Eso fue muy interesante, y al final determinó la dramaturgia de la obra; también hay gran presencia del público en el texto. En general, pienso más como director que como dramaturgo. Voy generando los textos que voy necesitando para la escena que quiero ver. Son dos tareas que no pienso mucho por separado. Sí que a veces el texto, como en este caso, requiere de una atención particular que excede el espacio de los ensayos. Entonces, hay otro trabajo que requiere mucho tiempo de lectura, relectura, de ver cómo funciona en términos de ritmo, estructura, y hay un trabajo puramente dramatúrgico. Nunca escribo sin pensar en montar, escribo textos para una escena en concreto, en mi caso es muy junto la dramaturgia y la dirección. Como si fueran dos caras de una misma moneda. 

A.E.: ¿Qué reacciones habéis tenido de estos primeros días? ¿Qué te han comentado de las primeras funciones en el Teatro Español?

P.M.: Estoy muy sorprendido, porque ha sido un impacto muy grande. De muchísima aceptación, emoción, fervor. Desde el primer día que hicimos funciones de pago, la gente tiende a ponerse en pie cuando acaba la función, muy fervorosamente. Siempre es un misterio cómo va a reaccionar el público, y en este caso no me esperaba una reacción tan unánime. Habrá a quien no le guste, pero la mayoría de la gente que viene a la función es muy afectuosa, y muy demostrativa de su alegría cuando termina la función, y cuál ha sido el impacto que la función ha tenido en ellos. Siempre es un misterio qué va a pasar con la gente, y que la obra pueda resonar más allá de los gustos. Muchas veces, pienso que las obras no se terminan nunca, y que siempre falta algo que mover. Así todo, sabiendo que el teatro es una tarea que trabajar con imperfecto, es maravilloso ver tanta generosidad y tanto afecto en movimiento alrededor de la función. 

A.E.: La música me consta que para ti es muy importante. Vivir la música, sentir la música, y que la música impregne la función. En "La voluntad de creer" hay nombres como Silvia Pérez Cruz, Leda Valladares y María Elena Walsh. ¿Cómo ha sido la selección de temas para esta función?

P.M.: El disco de María Elena Walsh y de Leda Valladares me gusta mucho. Me parecía que podía contar muy bien el vínculo con Argentina, de las chicas que vuelven de Argentina, que tuvieran relación con lo popular... con la música popular, local, de allá... Es un disco que me encanta, y creo que funcionaba muy bien en términos de tono con las escenas. Sobre todo la canción "Viene clareando" de Atahualpa Yupanqui. En el caso de Silvia, estuvo muy presente en este proyecto; el equipo artístico es prácticamente idéntico al que Silvia configuró para "Género imposible", la obra concierto que hicimos en el Teatre Lliure, en el Teatre Romea, y en el Matadero Naves del Español. Aquí nos conocimos como equipo. Ya había trabajado con Carlos Marquerie en "La luz" y conocía a Elena Córdoba, pero lo tiene pendiente con Max Glaenzel, y no conocía a Cecilia Molano. La conozco y la quiero, somos amigos. Sentí que se había dado un entendimiento tan grande, tan potente, entre todos. Convoqué a todo el equipo para formar parte de "La voluntad de creer" y cuando estábamos al final le dimos muchas vueltas, se me ocurrió que era maravilloso que entrara la voz de Silvia con esa canción, en forma de vidala, como dice la función, que vida y muerte van juntas. Se lo conté a Silvia y le encantó la idea, ahí está la maravillosa voz de Silvia cerrando la función.

A.E.: Quería aprovechar la entrevista y preguntarte por "Las canciones", es un espectáculo que pude ver y me encantó. Aparte de la escenografía, con esa caja maravillosa que se abría, y ese momento maravilloso que nos pilló a todos por sorpresa en el público. Esos minutos en los que la gente podía ponerse en pie, podía bailar, podía expresarse. En el caso de "Las canciones", partes de un trabajo sobre Chéjov, de historias, de situaciones. En este caso, es muy clara la importancia de la música. A la hora de crear, es decir, a la hora de escribir, de hacer una dramaturgia, de sentarte en casa delante del ordenador con esa página en blanco, es como algo que tú vives y sientes mucho a la hora de crear, con la música.

P.M.: La música para mí siempre es inspiradora, sobre todo las canciones. De hecho, ahora estoy empezando a escribir el texto nuevo. En el punto de partida, no es que me lo proponga, pues aparecen canciones. Con la canción, se desarrolla la escena. A lo mejor, luego la canción no queda en la escena. Para mí, es una vía de entrada a la escena, me interesa mucho, la de la música. Por poner el acento no sólo en los contenidos. Para que el teatro no se convierta en una plataforma para decir discursos y ya está, sino un espacio donde se ponga de relevancia el espacio, y sobre todo el espacio tan singular de la escena, que es un espacio de encuentro. Donde hay cuestiones formales que son tan relevantes como el contenido de las palabras. Como son el ritmo, las duraciones... La cuestión de espacio y tiempo, como temas para trabajar expresivamente. Tener una canción como punto de partida es tener palabras, pero también tener melodía, música, ritmo... Son otras variables que no tienen que ver con una visión más "contenidista" del teatro, o de un texto más centrista.   

A.E.: En "Las canciones", ese momento tan claro de ruptura con el público, es algo que tuviste claro desde el principio, o fue algo que salió después durante el proceso...

P.M.: Era un momento muy difícil de la obra. Sentía que tenía dos obras juntas, una primera parte totalmente coral, y una segunda parte donde era casi todo dúos. Era una escena coral, pero en general dúos. En la segunda parte, los personajes que en un principio estaban más bien tensos, dando una cara más pública de sí mismos, luego es como si se abrieran a su intimidad, que empezaran a pasar cosas en la orden de lo íntimo en la segunda parte. Me faltaba una escena en el medio. Siempre bromeábamos con la idea del intermedio. 

Son dos actos, hay que salir y volver a entrar en esta nueva etapa de otro orden de la obra; y en el intermedio empecé a pensar... me parecía la obra muy corta para poner un intermedio... empecé a pensar cómo sería esa escena, y probamos un montón de cosas. Esa escena que fuese como una especie de transición entre una parte y la otra. Probamos varias cosas. Escuchas distintas, composiciones musicales distintas, hasta que un día, siempre como parte del trabajo hacíamos escuchas de canciones. Ponerse a escuchar con una escucha atenta, en la propuesta musical o sonora que se elija, y dejar que haya una repercusión sonora en el cuerpo. Y ese día, se ve un tema de Nina Simone, "Emergency Ward" y lo que pasó ahí fue buenísimo. Verlos a ellos dejarse atravesar por esos minutos de música. Eso fue como una semana antes de estrenar, decidí que eso iba a ser el intermedio, que la gente se quedara a verlo, y que pasase lo que pasase. 

Según fueron avanzando las funciones, en las previas no tenía ese impacto que tenía cuando estaba la sala llena. Cuando empezamos a tener la sala llena, se empezó a convertir y nos empezamos a enterar de la magnitud, de la importancia que tenía no solo para los intérpretes, que los dejaba agotados, y eso expresivamente venía muy bien, y también en el público.

A.E.: Quería preguntarte por "El tiempo que estemos juntos", un texto maravilloso que he tenido ocasión de leer recientemente. Es un texto que me ha encantado, y lo hicisteis si no recuerdo mal en el Teatre Lliure. Rescato dos frases: "Toda la felicidad posible ya estaba ahí en ese momento que era infinito si nadie hablaba" y "El hecho que consigue lo imposible. Que estemos todos de acuerdo. Si lo piensas, es el verdadero tiempo que estemos juntos." ¿Cómo nace en ti el impulso de escribir un texto? ¿Es más algo que parte de una idea previa, o te dejas llevar por las propias palabras y por impulso?

P.M.: En general, necesito algún foco. El foco puede ser un tema...generalmente no es un tema. También un dispositivo, o alguna cuestión que tenga que ver con lo escénico. Esta fue una invitación de Lluís Pasqual, que dirigía entonces el Teatre Lliure, para que dirigiera algo para la Compañía Joven, que en ese momento tenía el teatro. Eran cuatro actrices y cuatro actores. Le dije de dar un taller para conocerlos. Les di un intensivo de cinco clases con una serie de ejercicios para saber el tipo de intérpretes que eran y el tipo de personas, que van juntos. Era un elenco extraordinario, de ocho intérpretes maravillosos. Y muy distintos. De entrada, sabía que me iba a tocar trabajar en el Espai Lliure. Se puede usar con tres frentes, también se puede usar con cuatro. Al ver que el espacio va a tener tres frentes, vi que había una cuestión problematizada, que iba a ser el punto de vista. Cuando estás viendo algo desde un sitio, y estás viendo a otra gente que lo está viendo desde otro. Ahí hay algo que se pone en movimiento, algo se está viendo y me lo estoy perdiendo. Hay una superposición de planos de punto de vista. Pensé que la idea de la superposición era muy teatral y sacarle mucho provecho. Se me ocurrió hacer una obra que fueran dos superpuestas. Como un pliegue en el tiempo, y fuéramos testigos a la vez de lo que estaba pasando en un presente que compartimos con los intérpretes y los espectadores. Y otra cosa que hubiera pasado tiempo antes.

A.E.: Además, en esta obra hay una parte que es muy poética...

P.M.: Sí, aprovechando que estaba trabajando la superposición, superponer dos estilos de escritura. Había un grupo que era el de los inconsolables, que son los que habitaban en ese espacio hace cinco años. Me permitía un tipo de escritura nada realista y con una lógica más poética. Y luego, la pareja que forma la parte de la obra que se llama "Un amor", que es la pareja que vamos viendo como en presente. Y en donde me permitió un tipo de escritura más realista, aunque después termina contaminada de la lógica poética.

A.E.: ¿Qué textos te gustaría adaptar? Aparte de los propios que escribes como dramaturgo, hay algún autor, género, que te gustaría ahora o en un futuro poner en pie...

P.M.: En algún momento me gustaría hacer algún Shakespeare, Tennessee Williams, de clásicos y más contemporáneos. Me gustaría hacer algo con Fernando Pessoa. Chéjov, por supuesto me encantaría. Tengo pendiente hacer "Medea", que tengo muchas ganas, y a ver si algún día se puede hacer.

A.E.: Además de las funciones en el Teatro Español, ¿tenéis fechas de gira?

Seguramente en 2023. Con "La voluntad de creer" estaremos en el Teatre Lliure hasta el 15 de enero. Tenemos un bolo en Carballo, en Galicia; luego tenemos Sevilla en febrero en el Teatro Central. Y hay pedidos para lugares como Vitoria, Logroño, para otoño de 2023. 


Fotos: Teatro Español | Vanessa Rábade

Más información: La voluntad de creer | Teatro Español y Naves del Español (teatroespanol.es)