Esta semana en Sala Russafa se ha estrenado la nueva producción de Vivirei Teatro, "Stellae". Obra teatral que nace tras su estreno como lectura dramatizada dentro del proyecto Laboratorio Insula Dramataria - Josep Lluis Sirera, del Institut Valencià de Cultura. Con Vicent Pastor, Marisa Lahoz, Lucía Torres e Iria Márquez, que también firma el texto y la dirección.

Las vicisitudes de una familia en su vida rural, con un devenir más lento, más pausado, donde hay que llenar los silencios y donde las palabras muchas veces están ausentes en la propia convivencia. Iria Márquez, autora del texto, conjuga con gran habilidad un mosaico familiar, retratado con sus luces y sombras. Hay mucho más bajo la superficie y el tedio del tiempo. Además de hablar de una familia y de su comunicación, también habla de las verdades sobre el universo, las estrellas y la curiosidad del propio ser humano por saber y conocer lo que hay ahí arriba. Un rasgo diferencial y genuino de "Stellae" es la unión entre lo dramático y lo científico.

Las estaciones del año pasan inexorables y con ellas las vivencias de cuatro personajes en sus actos cotidianos, un matrimonio y su hija, y una mujer del pueblo con problemas para recuperar su propia voz a causa de una enfermedad. Cuatro momentos vitales a lo largo de un año, cuatro cuadros apoyados en hábiles cambios de iluminación y proyecciones donde se juega con el significado y el vacío de ciertas letras en las palabras que vemos.

Lo científico y lo humano se unen a lo largo de la pieza en un viaje universal y personal que merece mucho la pena. El detonante es el descubrimiento de la estrella Betelgeuse, que forma parte de la constelación de Orión, y que se halla en la recta final de su existencia. Iria Márquez interpreta a Carmela, que empieza esta nueva vida junto a Ismael, su marido, guarda de seguridad y apasionado de las estrellas, interpretado por Vicent Pastor. La química de los dos intérpretes en escena es perfecta. A ello, se suma la buena interpretación de Lucía Torres como Ana, una adolescente que vive pegada al móvil y a las nuevas tecnologías, y que en el fondo está aislada porque no encuentra a nadie que realmente la escuche en su entorno. 

El observatorio astronómico y la casa son los dos espacios en los que se desarrolla la historia. Hay un cuarto personaje, interpretado por Marisa Lahoz, magnífica presencia y mirada en escena, que sería el nexo de unión entre la familia y el propio lugar, y que vemos al principio como alguien externo, una paciente que acude a Carmela para que le ayude a volver a hablar, y que poco a poco se integrará con su presencia en la vida familiar.

¿Cuánto vale el tiempo? | ¿Tan necesitados estamos de que nos escuchen? | ¿Escuchamos de verdad cuando nos hablan? | ¿Prestamos atención al tiempo que tenemos? | ¿Somos capaces de vivir las pausas y sentir los vacíos entre nuestras acciones cotidianas? | ¿Qué nos pasa realmente cuando contemplamos las estrellas? | ¿Cumplimos nuestros sueños o nos frustramos y nos conformamos con estar cerca de ellos?...

Iria Márquez consigue una pieza sobria, madura, con una reflexión sobre el propio ser humano y su conexión con el universo. Un trabajo muy recomendable apoyado en un sabio trabajo textual y de dirección.