Hablamos con un amigo y viajero en moto, Alfonso Gisbert, que está a punto de publicar su primer libro, "El viaje de uno de los nuestros: Destino Georgia" junto a la Fundación Aladina

A Escena Valencia: ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con ellos y escribir el libro?

Alfonso Gisbert: Sí, colaboro con ellos. Cuando decidí escribir el libro, verdaderamente no tenía intención de obtener ningún ingreso económico. Se me ocurrió la idea de ofrecerles la posibilidad de que me autorizaran para hacer referencia a que colaboro con ellos y que todos los ingresos van destinados a la Fundación Aladina. Les pareció una idea estupenda y así lo voy a hacer. Correré con los gastos de la primera edición, en la que haré unos 150-200 ejemplares. Una vez haya vendido esos ejemplares, a un coste aproximado de 10-12 euros, la idea es hacer nuevas ediciones y seguiré donando a la Fundación.

A Escena Valencia: ¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?

Alfonso Gisbert: La verdad es que no soy escritor y nunca he escrito. Lo que ocurre es que tengo un grupo de amigos moteros, tenemos un grupo de Whatsapp donde nos vamos contando nuestras experiencias cuando viajamos en moto. En un momento determinado, les conté la idea que tenía del viaje, las etapas del viaje, los países que iba conociendo... Francia e Italia los conocía bastante, pero los Balcanes y Turquía no los conocía. Se me ocurrió hacerles una reflexión diaria, en vez de contárselo por escrito les enviaba una nota de voz con alguna reflexión y experiencias que he vivido. 

A partir de ahí, me han insistido en hacer el libro y la idea de Aladina, al final dije que adelante. Hice una pequeña prueba de la idea que yo tenía de escribir el libro, hacerlo como una especie de diario. La verdad es que a las personas que se lo enseñé les encantó. Una idea maravillosa el que al final se convierta en un pequeño libro.

A Escena Valencia: ¿Cómo ha sido este viaje, recorrer estos lugares? ¿Qué experiencias rescatas de este viaje?

Alfonso Gisbert: He hecho otros viajes en moto con anterioridad. Suelo hacer un viaje en veranos alternos. Desde que monto en moto, suelo organizarme un viaje todos los veranos alternos. No eran viajes superiores a los ocho días. El motivo de este viaje tan largo fue porque necesitaba desconectar un poco de mi mundo. Una semana me pareció poco tiempo. En mayo del 2023, vi unas fotos de Georgia en Facebook que me impactaron. Ahí se me ocurrió la idea de desconectar de mi mundo durante un largo periodo de tiempo y pensé en irme a Georgia, porque además visitaría países que no conocía. Una experiencia enriquecedora. Tal y como me planteo los viajes, es que las etapas no tengan más de 6 horas de viaje. 

Me gusta ir conociendo los lugares más emblemáticos, los monumentos, me gusta mucho la arquitectura. Iba a estar un mes fuera y me dije que es lo que me apetecía. Un mes con mi moto y mis circunstancias. Por otro lado, Georgia es un país en proceso de desarrollo. Sabía que me iba a encontrar carreteras en mal estado, muchas zonas rurales que me las imaginaba como en España hace 40 o 50 años. Como volver un poco a mi niñez. Los primeros 10 años de vida los viví en Andújar, en un pueblo de Jaén. Todo se estaba poniendo a mi favor para hacer el viaje. Así ha sido y ha sido una experiencia inolvidable.

Lo que más me ha gustado es que me he encontrado a mi mismo. Son muchas horas de pensar, de hacer autocrítica, de en qué cosas estoy fallando. Había terminado hacía unos meses una relación que había durado seis años. Necesitaba encontrar un poco mi camino. La verdad es que muy contento por cómo ha ido la experiencia y no he tenido ningún percance, caída... las pocas dificultades que se han presentado en el viaje se han podido resolver sin ningún problema. He venido encantado. La gente me ha tratado maravillosamente bien. El idioma no ha sido un problema, porque gracias a las nuevas tecnologías puedes usar el traductor. Ha salido todo como sobre la marcha.

A Escena Valencia: Abrir la mente a otras culturas, a otros países. ¿Algún lugar que te haya sorprendido por el propio hecho de encontrarlo?

Alfonso Gisbert: Además de Georgia, que es un país pequeño, el país que más me ha sorprendido de manera enorme ha sido Turquía. Es un país que es como España, porque tiene mar, montaña, desierto, zonas urbanas espectaculares. Estambul es una maravilla. Es una ciudad para quedarte una semana por lo menos. Por la variedad, por el tipo de gente que hay, confluyen varias religiones. La joya ha sido Turquía. Son zonas donde pasas de montañas de 5.000 metros de altitud y en 50 kilómetros estás en un desierto. Es como pasar de Despeñaperros, de Sierra Morena, a Almería, al Cabo de Gata. 

Me resultaba sorprendente que en tan pocos kilómetros hubiera este contraste. La gente maravillosa. Todo han sido facilidades, mucha empatía. Desde el último camarero a cualquier persona en la que te fijabas. Es un país que repetiré, me he dejado muchas cosas por ver y volveré a Estambul. Ha sido maravilloso.

A Escena Valencia: ¿Qué ruta te asombró? ¿Algún recorrido que te sorprendiera especialmente en tu viaje por Georgia?

Alfonso Gisbert: Sin duda, uno de los días más completos y deseados de mi viaje a Georgia, es el día que recorro la denominada Carretera Militar Georigana, que conecta la capital de Georgia Tiblisi, con la región de Osetia del Norte (Rusia). 200 kilómetros a través de los cuales, puedo disfrutar en primer lugar del azul de las aguas del lago Zhinvali. A 65 kilómetros de Tiblisi, realizo una parada para visitar la Fortaleza de Ananuri, desde la cual hay unas vistas impresionantes de las montañas del Cáucaso.

A medida que voy avanzando hacia mi destino, la carretera se hace más sinuosa, la altitud sube y la temperatura baja. Puedo contemplar desde la moto la existencia de varios remontes de esquí, lo que me hace concluir que estoy llegando a la estación de esquí de Gudauri, una de las más importantes de Georgia. Ya me encuentro a 2.100 metros de altitud. La circulación se va complicando a medida que me voy acercando a la frontera con Rusia, ya que a ambos lados de la carretera hay cientos de camiones parados para atravesar la frontera, hasta que llega un momento que en un estrechamiento de la calzada se interrumpe la circulación. Menos mal que iba en moto y pude ir sorteando, no sin dificultad, todos los obstáculos. Una vez superados, pude contemplar con tranquilidad la majestuosidad del Cáucaso, sin duda una de las cadenas montañosas más bonitas del Mundo. También el monumento construido en 1.983 dedicado a la amistad entre los pueblos de Rusia y Georgia, que sirve como punto de encuentro para la realización de actividades relacionadas con la naturaleza: senderismo, ciclismo de montaña, parapente, etc.


Hasta que, por fin, avanzando unos kilómetros, llego al punto más lejano de mi viaje, tras 21 días de andanzas: la Iglesia de la trinidad de Guegueti, a los pies del Monte Kazbek, tras haber recorrido más de 7.000 kilómetros desde Madrid.  


Como guinda del pastel a un día maravilloso, en vez de volver a la capital, tomo la decisión de recorrer unos kilómetros más y pasar la noche en un Gampling que he localizado a las afueras de la ciudad de Tsalka, en el que, gracias -entre otras- a la Luna Llena existente, pasaré una de las noches más mágicas de toda mi vida.



A Escena Valencia: ¿Desde cuándo tienes moto y qué te aporta conducir moto?


Alfonso Gisbert: Empecé a tener moto cuando tenía 14 o 15 años. Nunca teníamos la propia, era la de mi hermano mayor (risas). Fueron mis primeras experiencias en moto. Era una Puch Minicross. Con esa moto, fue con la que yo me fui familiarizando. La primera moto fue una Vespa con 25 años. Vendí la moto, tuve un hijo, pasé a un coche mayor, en el garaje no me cabía la moto y el coche. Al final la vendí. La verdad es que he estado durante muchísimos años sin moto, hasta que me compré una moto de Enduro de 250 cc. de segunda mano, la tenía en la sierra, porque mi mujer era anti motos total. Me decía que el día en el que me comprara una moto de carretera se divorciaría de mi. Me lo dejaba tan claro que no me atrevía a comprarme la moto (risas). 


En el año 2011, nos divorciamos y lo primero que hice fue irme al concesionario de BMW a comprarme una moto. Motero o motociclista lo soy desde hace relativamente poco tiempo, desde 2011 que compré una BMW 800. Esa es mi historia de la moto (risas).


A Escena Valencia: A la hora de circular, ¿qué tipo de equipación usas y qué sueles buscar?

Alfonso Gisbert: Hay una cosa que está clara en el tema de la moto. En la moto, cualquier accidente o percance quien más lo sufre es el cuerpo. Motos, todas las he tenido BMW. Siempre las he tenido no más de cuatro años, salvo la que tengo actualmente. 

En el mundo de la moto se está innovando en sistemas de seguridad, a nivel de electrónica. Soy de los que pienso que una moto, y sobre todo yo que no soy una persona muy experimentada, necesito que me perdone mis errores y que me ayude. BMW es pionera. A nivel de equipamiento, siempre primeras marcas. Nunca compro por Internet, me gusta ver físicamente la prenda que estoy comprando. Con las máximas medidas de protección. Con un calzado que te proteja lo máximo posible. Si son botas de media caña mejor, te protegen todo el tobillo. Las marcas que tengo son de equipación BMW, tengo un par de chaquetas, ahora tengo Rev'It. Siempre intentando innovar, es la manera de tener siempre lo mejor. 

A Escena Valencia: ¿El uso de la moto en tu caso es para ciudad y para rutas el fin de semana?

Alfonso Gisbert: Ahora en Madrid, aparte de la moto que tengo de BMW, tengo una scooter, una Kymco de 300 cc. Cuando me desplazo en Madrid suelo coger la scooter. La BMW la uso para rutas, para ir por la sierra con amigos. La semana pasada estuve en la provincia de Huelva, no conocía esa zona. Terminamos en Sevilla dándonos un buen homenaje (risas). Para ese tipo de desplazamientos siempre llevo la BMW.

A Escena Valencia: Será un placer que vengas a Valencia a presentar tu libro. Estaremos ahí apoyando. ¿Qué es lo más importante para ti a la hora de conducir moto? ¿Qué sensaciones te produce?

Alfonso Gisbert: Lo que más disfruto de ella es que me permite abstraerme de todo. Es tal la concentración que tienes que llevar, que necesitas que tu cabeza siempre esté en modo positivo. Eso me produce tranquilidad, paz interior. Siempre concentrado. A la moto le pido que me transmita seguridad. A la mínima que sé que voy a hacer un viaje largo, pienso si las ruedas van a aguantar y si no está claro las cambio. Lo hago en el servicio oficial. Todo el mantenimiento al pie de la letra. Ningún problema a día de hoy, alguna avería, pero no dejan de ser máquinas.

A Escena Valencia: Después del viaje que has hecho, ¿algún lugar pendiente o que quieras visitar?

Alfonso Gisbert: No te lo he comentado antes, pero cuando salí de Turquía, noté que tenía un problema con el amortiguador delantero. Mi idea inicial, cuando decidí ir a Georgia, era visitar Armenia. No me importaría volver y aprovechar para viajar a Armenia, Azerbaiyán, alguna parte de Rusia cuando las cosas se tranquilicen. Realmente, si ahora tuviera que decidir dónde viajar, sería a los países escandinavos. Son países que no conozco y creo que para viajar en moto tienen un atractivo especial. 

Gracias a Alfonso Gisbert por esta entrevista para A Escena Valencia.