A.E: 'Ramón María del Valle-Inclán' es un espectáculo basado en la biografía que Ramón Gómez de la Serna dedicó a Valle-Inclán. Un espectáculo interpretado por Pedro Casablanc, Mario Molina al piano, y dramaturgia y dirección de Xavier Albertí. En este caso, además combinas la interpretación, el canto y el baile...

P.C.: Más que baile, movimiento... Realmente, todo es una microdanza. El texto está tan bien escrito, y con tanta imagen y tanta metáfora... tanta voluntad de que sea un texto literario, con aliteraciones vocálicas, consonánticas... Todo eso te da la posibilidad de cantar lo que estás hablando. Es un discurso, una charla, sobre Valle-Inclán hecho por Ramón Gómez de la Serna; y musical, porque las partituras de Beethoven que toca Mario Molina... las partituras de Granados... acompañan de tal modo a la palabra... 

Es una especie de danza entre palabra y música, expresión corporal... que le dan un carácter muy especial al espectáculo, y por eso creo que gusta tanto. No hay nada así ahora mismo en los escenarios españoles, es algo muy conjuntado entre palabra y música. Y ese es el acierto de Xavier Albertí. Sabe mucho de música. Es un gran lector, un intelectual, y ha sabido conjuntar la música y la palabra. 

De esa amalgama, surgen canciones de lo que estamos viendo. "La tempranica", "El zapateado de la Zarzuela", "La Tarántula"... todo viene porque Valle-Inclán fue a "patear" al Teatro de la Zarzuela una obra que no le gustaba nada. O cuando cantamos "El pintor singular" es porque Valle-Inclán conocía a los pintores de su época y los apoyaba y admiraba. Gracias a su apoyo, de alguna manera la pintura española no se quedó siendo una pintura de salón. Hay tantos temas acompañados de música que precisamente por eso lo hacen tremendamente atractivo, para mí es una delicia hacerlo.

A.E.: Hay una frase que te escuché: "La libertad del arte es el compromiso con uno mismo", Valle-Inclán era un adelantado a su tiempo. ¿Cómo ha sido sumergirte en la figura de Valle-Inclán?

P.C.: Llevo de alguna manera mucho tiempo sumergido en la figura de Valle-Inclán. Tengo línea directa con él (risas). Me fascina, y esa libertad que tu dices, porque no se plegaba a ningún tipo de compromiso ajeno a su forma de entender el arte. Si hubiera sido músico o actor, sería igual de comprometido con su arte, y le habría importado tres pimientos lo que pensaran los demás. No sé si fue un adelantado a su tiempo, pero sí fue un creador absoluto que con ese compromiso e investigación de su arte, llegó a hacer un tipo de literatura única. Fue un incomprendido en su época. 

Ahora estamos volcados a qué dirán los demás. Tenemos las redes sociales, y estamos permanente pendientes si les gusta o no les gusta un comentario, una imagen, una opinión política... No estamos comprometidos con nosotros mismos. Estamos comprometidos con la visión del otro, con el juicio del otro. Estamos perdiendo personalidad. Podríamos estar hablando de escritores, de pintores... comprometidos realmente con lo que hacen... y que les importa un carajo (con perdón de la expresión) lo que opine la red social... Son únicos y son de admirar. Por eso admiro a Valle-Inclán, y también a Gómez de la Serna. Por eso me es fácil meterme en él. Lo conozco. Lo he leído mucho, le he interpretado en varias ocasiones. 

He hecho 'El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte', 'Tirano Banderas', 'Las comedias bárbaras' en Sagunto hace 20 años. Lo admiro y simplemente ponerle voz a su cuerpo y a sus ideas es un lujo.

A.E.: Además, has escrito y dirigido un cortometraje 'Sacrilegio', que se ha podido ver en el Festival de Málaga. Inspirado en una de las piezas cortas del 'Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte'. ¿Qué es lo que más te atrapa de Valle-Inclán? ¿Cómo es trabajarlo en el lenguaje audiovisual a diferencia del teatral?

P.C.: Él escribía teatro porque quería experimentar con el teatro. Él empezó como poeta, como escritor de cuentos, de alguna manera un poco fantasiosos sobre su Galicia natal. Inventó el Marqués de Bradomín, que era un personaje que tiene una saga de cuatro novelas, "La sonata de primavera", "La sonata de estío", "La sonata de otoño" y "La sonata de invierno". Es un seductor. 

Cuando empieza a rodearse de los círculos teatrales en Madrid y conoce a su mujer, Josefina Blanco, comienza a experimentar con el teatro. Considera que el teatro que se está haciendo en ese momento es caduco, efectista, que no le interesa absolutamente nada. Benavente y Echegaray, dos autores de la época, que recibieron el Premio Nobel, y que ahora nadie habla de ellos. De Benavente un poco más. En su teatro, más que teatro parece cine, son como guiones cinematográficos. Porque él da unas acotaciones, unas notas de dirección tan completas sobre atmósferas, paisajes, animales... Por eso Valle-Inclán es tan díficil de representar en el teatro, y tan injustamente representado en teatro. Él ya había visto cine, y escribía con una visión muy cinematográfica. Sus obras de teatro y sus novelas son muy cinematográficas. José Luis García Sánchez ya lo hizo, y muchos otros. 'Las sonatas' las firmó Juan Antonio Bardem, 'Flor de santidad', 'Divinas Palabras' la hizo José Luis García Sánchez. 

He dirigido 'Sacrilegio', un cortometraje del que hemos recibido premios en el Festival de Cine de Western de Almería. Estamos nominados a los Premios Lorca y nominables a los Premios Goya de la Academia de Cine Española.

A.E.: En el caso de 'Ramón María del Valle-Inclán', cuenta con la dramaturgia y la dirección de Xavier Albertí. ¿Cómo ha sido el proceso de ensayos?

P.C.: Muy fácil, muy cómodo, muy divertido. Imagínate que hubiera sido un horror y me hubieran maltratado, tampoco lo podría decir (risas). El caso es que con Albertí me he entendido muy bien, es un gran director y una gran persona. La conexión con Mario Molina ha sido fantástica, somos amigos desde ese momento, y nos entendemos muy bien en el escenario. Él me acompaña a mi con la música, y yo tengo que entrar en su partitura. Albertí me llamó súbitamente, no habíamos coincidido previamente, y me dijo que él quería hacer esa biografía de Valle-Inclán y que yo era el actor más adecuado. Ha sido un trabajo rápido, cómodo y muy a gusto.

A.E.: Me gustaría preguntarte por la otra figura del montaje, por Gómez de la Serna. ¿Qué hay de él en este montaje y cómo se relaciona con Valle-Inclán? 

P.C.: Prácticamente todo. Aunque Xavier Albertí lo haya acortado para que dure 1h 15' y no sea un libro de 200 páginas. Todo lo que yo digo en escena es texto de Ramón Gómez de la Serna. De hecho, interpreto a Gómez de la Serna y no a Valle-Inclán con su figura, su barba y sus abrigos largos. Yo interpreto a Ramón Gómez de la Serna. Tal como lo hemos visto en una imagen de Youtube, que puede ver todo el mundo. Hay una película donde Gómez de la Serna hace un trozo de lo que podemos ver en teatro. De hecho, lo hemos cogido de ahí. Hace una especie de espectáculo en el Parque del Retiro de Madrid. Un discurso humorístico. Todo eso es Gómez de la Serna. De lo que se está hablando, sus construcciones literarias... Gómez de la Serna habla sobre Valle-Inclán y también aparece, pero es un personaje menos conocido, menos leído, menos reeditado desgraciadamente. La gente ha oído hablar de 'Las greguerías', porque es algo que nos enseñaban en el colegio. 

Valle-Inclán murió en 1936 y no llegó a sufrir la Guerra Civil, y Gómez de la Serna tuvo que emigrar a Argentina y escribir esa biografía de su admirado maestro. No coincidieron en la vida real. Gómez de la Serna era mucho más joven que Valle-Inclán. Él lo admiraba mucho como maestro y como artista. 

A.E.: En tu trayectoria de teatro, destacan títulos como 'El rey Lear', 'Ruz/Bárcenas', 'Torquemada', 'Decadencia'... ¿Qué es lo que más te atrapa de un proyecto de teatro?

P.C.: Por los títulos que has leído, que sea un proyecto difícil. Que sea un reto que me supere. En este caso, no había cantado en escena. Era un reto para mí, y se lo pedí a Xavier Albertí. Si hay un piano, quiero aprovechar ese piano. Y me dijo que cantaría cuatro o cinco canciones. Lo que le pido al texto es que sea inteligente, literario, difícil. Creo que estamos en una época de banalidad absoluta, de la tontería y la gilipollez. Cuanta más altura tenga el texto que se me ofrece, más voy a querer hacerlo. No hago traducciones malas de textos simples o banales. Me interesa el riesgo, por eso hago teatro.

A.E.: Quería preguntarte también por series, las más recientes de este 2023 son 'Vestidas de azul', y 'Los Farad'. ¿Qué nos puedes contar de ambas series?

P.C.: 'Los Farad' se estrena el 12 de diciembre en Amazon. Una grandísima producción para Prime Video, dirigida por Mariano Barroso, sobre la Marbella de los años 80, y concretamente sobre una familia de la que soy el patriarca, el pater familia. Hace tráfico de armas con países en guerra, y gana muchísimo dinero. Como está ocurriendo ahora, a costa de la muerte de muchísimos inocentes. Un cuento sobre esa dualidad de una familia aparentemente feliz, que en el sótano de su casa lava sus trapos sucios, dedicándose a una actividad rallando en lo ilícito y delictivo, viviendo muy bien y con mucho dinero. Es una crítica a la hipocresía del capitalismo. 

En 'Vestidas de azul' hago un papel pequeño y en 'Mentiras pasajeras' también, la nueva producción de El Deseo, de Pedro Almodóvar. Es la primera vez que trabajo con Félix Sabroso y nos hemos entendido de maravilla. Estoy muy contento, se acaba de estrenar ahora en Showtime con Elena Anaya y Hugo Silva como protagonistas. 'Vestidas de azul' es una incursión que hago en el mundo trans. Es una serie basada en una película de Antonio Giménez-Rico que se llama igual, y que va a sorprender, junto a Paca La Piraña, una persona a la que admiro y quiero muchísimo.

A.E.: En cine, hay grandes nombres en tu trayectoria como Pedro Almodóvar, con el que acabas de trabajar en 'Extraña forma de vida', un cortometraje; antes hubo títulos como 'Dolor y gloria' y 'Madres paralelas'; David Trueba con 'Saben aquel', sobre Eugenio, el humorista; Isabel Coixet, Enrique Urbizu, Gracia Querejeta, José Luis Garci...; también nombres internacionales como Jean-Jacques Anaud y Steven Soderbergh. Además, tus comienzos como actor fueron con el cine...

P.C.: Vengo de una familia de clase media. No teníamos mucha relación con el teatro, empecé a ver teatro bastante mayor. Vi muchísimo cine. Siempre quise ser actor de cine. Me apasionaba mucho el cine. Estoy tendiendo a dirigir. He hecho muchas cosas como actor. Creo que tengo la capacidad para dirigir actores y poder poner la cámara para contar una historia. El cine ha sido siempre la razón principal de mi vocación. Aunque es verdad que cuando entré en el teatro muy joven, no he parado de hacer teatro hasta ahora. El cine me sigue fascinando. Soy espectador de salas, que no puede pasar sin ver una película al día. Me gusta mucho el cine, sin abandonar el teatro.


Intérpretes: Pedro Casablanc y Mario Molina (piano)
Dirección: Xavier Albertí
Dramatúrgia/texto: Xavier Albertí sobre textos de Ramón Gómez de la Serna
Bravo Teatro

En Don Ramón María del Valle-Inclán se produce un doble retrato, el del retratista y el retratado.
Viajando hacia la vida, la obra y el alma de Valle Inclán, podemos observar sus herramientas de análisis, sus instrumentos de disección, su canon estético.

Así se produce el milagro de la suma estilística y vital de dos creadores literarios esenciales para entender una buena parte de las vanguardias españolas del siglo XX.

La obra nos invita a recorrer otro camino, más cercano a la intimidad, a la realidad cotidiana, a la valoración de unos principios éticos a veces ensombrecidos por la distorsión. Nos invita, en fin, a conocer en profundidad los mecanismos creadores de Valle, su compromiso irreductible con su posicionamiento ético en el mundo y cómo todo ello genera una de las obras cumbre de nuestra literatura.