Pasadas las fiestas, el XII ‘Cicle de companyies valencianes’ retoma la programación regular de Sala Russafa, el centro de creación y exhibición teatral de Arden Producciones. Del 12 al 22 de enero ofrece el estreno absoluto de La mujer más fea del mundo, una pieza escrita y dirigida por Manuel Valls.

El espectáculo se basa en la historia de una persona real, Julia Pastrana, una mezzosoprano que padecía hipertricosis, por lo que su piel estaba recubierta de pelo y su aspecto recordaba al de un simio. Theodore Lent la descubrió en su búsqueda de personajes extraordinarios. Él fue alumno aventajado de P.T. Barnum, el fundador de lo que sería el circo de principios del siglo XIX, donde la diferencia se exhibía como espectáculo en una suerte de parada de los monstruos.

La idea de escribir esta obra surge de mi anterior espectáculo, Las hijas de Siam. En un momento dado, sus protagonistas contaban la historia de Pastrana y cómo querían reunir dinero para darle una sepultura digna. Y es que lo que ocurrió con esta mujer es un claro reflejo de que la crueldad humana puede no tener límites”, comenta Valls.

El autor y director siente una verdadera indignación ante blanqueamientos de este tipo de episodios y de personajes como Barnum o Lent, que en pleno siglo XX y XXI tienen su reflejo en la telebasura, los reality show o los memes. “Hace unos años, había espacios de televisión donde se entrevistaba a personas que en muchos casos tenían limitaciones intelectuales, simplemente para reírse y que el espectador formara parte de la broma, subiendo la audiencia. Ahora, en los programas de telerrealidad muchas veces se mofan de los que participan. Y en los memes se descontextualizan y ridiculizan unas palabras, una equivocación o un simple tropiezo para hacer la broma viral”, comenta el autor y director en alusión a una expresión de la crueldad humana que, si bien se ha suavizado, no ha dejado de existir.

El descubridor de Pastrana se casó con ella, haciéndole creer que estaba enamorado, para poder controlar su explotación. Ella era una cantante extraordinaria y una buena bailarina, pero lo que utilizaron como reclamo era su aspecto. Llegó un momento en que su marido exhibía ante el público momentos íntimos, vendiendo entradas para verla enferma o para asistir a su parto”, explica Valls sobre este suceso real, que muestra lo ilimitada que puede ser la maldad.

En su opinión, el ser humano, a nivel individual, no suele ser cruel. “Pero cuando entra en juego el componente social, cuando queremos llamar la atención, sentirnos parte de un grupo o escalar posiciones, parece que no hay reparos en hacer daño a los demás”, apunta el dramaturgo y director.

En un formato de drama salpicado de momentos cómicos y con algunas licencias narrativas, La mujer más fea del mundo narra en poco más de una hora 30 años de una historia verdadera, que incluye una gira por Europa de Pastrana, convertida en espectáculo por su físico. La puesta en escena homenajea los ambientes del vodevil y el circo del siglo XIX. Y los personajes se presentan al principio con una picaresca divertida que despierta la sonrisa del público para ir helándola conforme avanza la trama y Lent encuentra una argucia para seguir explotando a su esposa, incluso después de muerta.

El espectáculo se ha desarrollado dentro del programa de estímulo a la escena valenciana ‘Graners de Creació’, con una residencia creativa y técnica en Sala Russafa. Lo interpretan el propio Valls junto a Juan Carlos Garés y Lucía Aibar, quien aparece en escena con su aspecto natural. “No caracterizarla ha sido una decisión premeditada. Proyectamos en el escenario mucho material documental, fotos reales de los protagonistas. La intención era que, mientras Lent y Barnum la van describiendo como un monstruo, el público pudiera ver lo preciosa que era Pastrana en su interior y las cualidades extraordinarias que tenía”, señala el director, quien ha querido recrear sus dotes musicales haciendo que Aibar interprete en escena unas habaneras de la época, con arreglos del músico valenciano Carles Chiner.

Éste se suma a un equipo con el que Valls afirma sentirse en familia: “mis compañeros de elenco son gente a quien admiro muchísimo a nivel profesional, pero además son amigos y tenemos mucha confianza porque hemos trabajado juntos en otras ocasiones. Lo mismo que Luis Crespo, responsable de la escenografía, o el iluminador Ximo Olcina y la vestuarista Marta Chiner”. Además, Valls destaca la colaboración de Isabel Martí, su ayudante de dirección, prácticamente codirectora del espectáculo.

El resultado de este trabajo en equipo es una pieza bella a nivel estético y emocionante a nivel interpretativo, cuyo texto invita a la reflexión y la autocrítica como sociedad. “Este es ya mi sexto espectáculo, pero es la primera vez que aporto parte del presupuesto y asumo el papel de productor, junto a Dacsa Produccions, con compañía propia. He tomado muchos riesgos, incluso a la hora de escoger esta temática y formato. Pero siempre que voy a escribir una obra pienso en qué me gustaría ver como espectador y me parece que esta historia toca al público, le interpela, le habla de algo que es humano y sobre lo que tenemos que reflexionar porque todos, de una u otra manera, alguna vez, hemos formado parte”, expone el dramaturgo, actor y director valenciano sobre este espectáculo que permanecerá dos semanas en cartelera.

EN LA PROGRAMACIÓN FAMILIAR, TÍRERES DE GRAN TAMAÑO, MÁSCARAS Y UNA CUIDADA AMBIENTACIÓN EN LABERINT, VERSIÓN ESCÉNICA DEL CLÁSICO DEL CINE FANTÁSTICO

La programación familiar de 2023 arranca con una propuesta para espectadores a partir de 5 años y para todos los nostálgicos de la mítica Labyrinth, película de 1986 en la que David Bowie interpretaba a uno de sus míticos personajes, el rey de los Goblins.

La formación valenciana Amimic ofrece el 14 y 15 de enero dos funciones de Laberint, un montaje en el que actores interactúan con marionetas de hasta dos metros de altura. Una cuidada caracterización y ambientación, con el uso de máscaras, la iluminación y elementos escénicos, trasladan al público al misterioso mundo que se abre cuando Sara se atreve a adentrarse en un laberinto buscando a su hermano pequeño.

Eduard Costa, que la temporada pasada pasó por Sala Russafa con una desternillante versión teatral de La Fallera Calavera, firma y dirige este espectáculo familiar en el que interpreta uno de los papeles junto a un elenco compuesto por Mila Fernández, Myriam Garcés y Amadeo Llach.

La aventura se desarrolla en seis espacios donde la protagonista va encontrándose con personajes que le invitarán a retarse y a superar todas las dificultades. Una pieza llena de fantasía y de aventuras, la versión teatral del clásico cinematográfico que conecta esta historia con las nuevas generaciones.