“Es la séptima ocasión en la que vamos a despedir el año con el público, desde el escenario”, comenta Juan Carlos Garés, el director del centro de creación y exhibición de artes escénicas, para quien pasar la Nochevieja en el teatro es una experiencia, tanto para los espectadores como para los propios intérpretes.
“La representación comienza más tarde, a las once de la noche, para que a mitad de la función llegue el momento de las campanadas. Y se incorporan como un elemento más del espectáculo. Cada año se adapta el texto de la obra que está en cartel para que la cuenta atrás de final de año encaje con la ambientación y los personajes”, explica Garés. Además, se incluyen cameos y sorpresas a lo largo de la noche que aportan valor añadido a la obra.
“El público tiene en su localidad el cotillón y, con las campanadas, el patio de butacas se convierte en una fiesta. Hasta repartimos cava y los personajes brindan con los espectadores. Es un momento muy especial porque el teatro siempre es algo vivo, impredecible. Pero esa noche se rompe por completo la cuarta pared, sentimos al público muy cerca y ellos a nosotros. La complicidad es total”, afirma el director de Sala Russafa y actor, que ha participado en muchas de las representaciones de fin de año como intérprete.
Tras comer las doce uvas, la función continúa. Y, al acabar, la celebración se traslada al hall del teatro para compartir una copa, seguir disfrutando de la música, completar la bienvenida al 2023 en una velada con el mejor ambiente que ya tiene asiduos. “Cada vez son más las salas valencianas que ofrecen la posibilidad de cerrar el año disfrutando del teatro. Y, desde que empezamos en Sala Russafa, hay personas que repiten cada temporada. También hay quien acude por primera vez y se sorprende porque la vivencia de venir al teatro esa noche es muy diferente respecto a cualquier representación normal”, señala Garés. En la página web de Sala Russafa todavía pueden adquirirse las entradas para esta sesión especial por un precio de 50€.
LOS ESPECTADORES SON LOS JUECES DEL JUICIO FINAL MÁS SURREALISTA
Tomarse las uvas con Santa Teresa de Jesús, la capitana Agustina de Aragón, el filósofo Maimónides, el conquistador Hernán Cortés, el poeta Dante Alighieri y el artista Salvador Dalí es algo que, ciertamente, solo puede pasar en Sala Russafa. Ellos son los protagonistas de Mi querida tonta España, la comedia con música en vivo que el teatro y la compañía Arden han coproducido para estas navidades.
Chema Cardeña firma y dirige este nuevo espectáculo satírico, en el que hace un repaso a la historia del país y de los paisanos, tirando de mucho humor, crítica, autocrítica y, cómo no, de la parodia.
La música en vivo aporta versiones de grandes canciones del musical Jesucristo Superstar y de artistas como The Communards, Bonney M, The Police, Cecilia o Coldplay. Dando nuevos sentidos a la letra o reforzando la comicidad de las escenas, los temas se van entrelazando en las aventuras del peculiar pelotón de salvamento que intenta evitar la condena de España a las llamas eternas.
El poder para decidir está en manos del público, transformado en el jurado de este particular juicio final. Y los personajes tratan de persuadirle de que España y los españoles son inocentes de faltas como la ira, avaricia, gula, lujuria, pereza, soberbia y envidia.
Recorriendo temas como la reconquista española, la conquista de las américas, la pasión por la gastronomía, la religión o las dinastías monárquicas que han gobernado el país, el humor más deslenguado y corrosivo caracteriza este espectáculo que hasta el 8 de enero permanece en la cartelera.
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