Ha sido uno de los últimos estrenos de la cartelera teatral valenciana esta temporada, "Quan les vinyes ploren", que hemos podido ver este mes de julio en el Teatre Micalet. La compañía Fum Teatre estrena su primer montaje con texto de Laura Sanchis, junto a Pilar Almeria y Guille Zavala. Una compañía dirigida por Pedro Mallol y el acompañamiento de José Emilio Linares. Un proceso de creación colectiva que ha tenido un excelente resultado y que marca el inicio del camino de esta nueva compañía valenciana. Esperamos poder volver a verlo pronto la próxima temporada.

La propuesta de "Quan les vinyes ploren" mezcla con efectivas dosis de oficio la comedia y el drama de una familia, los Vidal, que se encargan del negocio de la fabricación del vino. Un mundo laboral y de negocios muy complejo, arraigado a la tierra, a las raíces, que también son las de la propia familia. La obra presenta una situación de conflicto familiar con la precisión de un cirujano, con sus alegrías, sus penas, sus reivindicaciones y su moraleja para el espectador. Una familia que puede ser la de cualquiera. Laura Sanchis demuestra que sabe navegar por las emociones, sin caer en grandes tragedias o clichés, sino buscando siempre los pequeños rescoldos del alma de cada personaje.

"Quan les vinyes ploren" es una obra donde se tratan temas de actualidad como la identidad sexual, las etiquetas sociales, las desavenencias entre hermanos, los sueños por cumplir y una amalgama de emociones y sentimientos con los que podemos sentirnos identificados, y que generan una conexión directa con el público. Esta obra es como el buen vino, hay que beberla en pequeños sorbos.

Los personajes están muy bien perfilados y diferenciados, todo ello gracias a un solvente y notable trabajo actoral, destacando todo el reparto. Cada uno está espléndido en su trabajo de personaje y genera una sensación de conjunto muy heterogénea y diferenciada. Destaco especialmente el trabajo de Pilar Almeria, que vuelve a demostrar una vez más por qué es una de las grandes actrices de esta tierra. También cabe destacar el trabajo de Guille Zavala, en una interpretación llena de aristas, robustez y mucha madurez; y a Pedro Mallol, que representa con solvencia, ternura y reivindicación el personaje que quizá tiene más complejidad de la obra. 

La escenografía está al servicio de la pieza, sin grandilocuencias innecesarias ni efectos superficiales, jugando con las luces y los distintos elementos del espacio escénico, que marcan distintos momentos temporales en los que la familia comenta sus vicisitudes, y nos hace empatizar con ellos. Mención especial al efecto de luz lateral del escenario y a las viñas que como la vida van cayendo sobre el núcleo familiar, como una tormenta que refresca el campo y lo absorbe todo a su paso.