Esta semana en A Escena Valencia hablamos con Álvaro Tato, actor y dramaturgo, que estos días tiene una agenda muy efervescente en Madrid. Por un lado, 'Vive Molière', en el Teatro de la Abadía, se consolida como uno de los éxitos de la cartelera teatral. Podéis disfrutarlo hasta el 30 de diciembre. Y por otra parte, en el Teatro Pavón, doblete de la compañía Ron Lalá, con 'Villa y Marte' y '¡Shhh! La Reina del Silencio'

Un placer de entrevista con Álvaro Tato, uno de los grandes dramaturgos de la escena actual.

A.E.: Con 'Vive Molière' estás cosechando un gran éxito en el Teatro de la Abadía. Un homenaje al genio de la comedia, además se celebran los 400 años de su nacimiento. ¿Cómo surge la idea del espectáculo? ¿Cómo nace 'Vive Molière'?

A.T.: Ha sido un exitazo, hasta cierto punto sorprendente. Por el elenco, al no contar "con gente de cartel" sino todo lo contrario, por contar con un elenco joven... esa dinámica que tiene Yayo con los artistas... que fomentamos desde el teatro. Ha sido un verdadero alegrón darnos cuenta de que Molière tiene tirón. Que sigue siendo "el grande", "el patrón". La causa fue una deuda largamente postergada. 

Llevamos años de amor total por las obras de Molière. Ha sido uno de los grandes referentes de nuestra forma de entender el teatro. Y yo por separado, en el marco de nuestras compañías, de Ron Lalá Ay Teatro. Por el ritmo, la mala leche, el uso del humor de una manera cultural, humanista, inteligente... que nosotros hemos tenido siempre como un horizonte. Es nuestro sueño, leer Molière y ver obras de Molière. Creo que para cualquier comediante ha sido el caldo de cultivo y la gran inspiración. Se lo debíamos. 

Llegaron los 400 años. Habíamos terminado la gira de 'Malvivir', que fue también un exitazo estupendo. Y estábamos con muchas ganas de devolverle el favor de tantos años de placer.. Nos lanzamos a este espectáculo, para intentar contar a todo Molière, la vida y la obra. 

A.E.: Además, incluye fragmentos de obras como 'Tartufo', 'El avaro', 'El burgués gentilhombre'... y música en directo, canciones, poesía y cinco actores jóvenes. ¿Hablamos de los clásicos pero con una visión más actual?

A.T.: Por supuesto. De hecho, a nosotros nos gusta pensar, que más que hacer actuales los clásicos, nuestro objetivo y deseo es mantener clásicos a los clásicos. Creemos que al igual que en la época, la puesta en escena debía ser seguramente a un ritmo poderoso, y debía incluir siempre música y danza sobre el escenario y en directo. Nosotros intentamos seguir ese camino, ser fieles a una forma de entender el teatro, que es previa al teatro burgués, previa al realismo, y que nosotros creemos que es la clave para contarlo de una manera novedosa,. Paradójicamente, ahora resulta sorpresiva, chocante, pero en realidad, para nosotros el que es actual es Molière. Ser fiel a sus palabras. 

Cuando hemos trabajado con Cervantes, o el 'Malvivir' con las novelas picarescas, o con Juan Rana y los entremeses... siempre lo hemos intentado hacer desde ahí, desde el amor y el cariño a ese teatro, en el que una de las claves es la música en directo y el verso. El teatro como espacio de la imaginación, como quintaesencia de la metonímia, como lugar donde un objeto, como una espada, representa a todo un ejército, una rama representa todo un bosque... Es el lugar del símbolo, el lugar del 'nosotros', donde se hace el arte en vivo. Para nosotros, eso es el teatro. 

En 'Vive Molière', hay música en directo. En este caso, tenemos la gran suerte, aparte de un elenco de cuatro grandes actores, de tener en escena a Marta Estal, una soprano y pianista de un nivel excepcional. Una soprano lírica, de una juventud asombrosa para el talento que tiene y la gran carrera que lleva. Tener en escena esas esencias de música de época... los temas son de Yayo, pero arreglados por Marta. Los temas están llevados a nuestro mundo, y además con el ritmo desenfrenado que impone Yayo en sus montajes. Todo ello, da como resultado esta fiesta y este homenaje a Molière.

A.E.: Hay un nombre que tanto en Ay Teatro como en Ron Lalá destaca, y es Yayo Cáceres. En los montajes que veo, hay un trabajo exquisito. Es imposible aburrirte. Siempre estáis en continuo movimiento. Me gusta mucho el punto de vuestro trabajo, con obras de ese aroma clásico y ese juego... siempre hay una canción, un momento divertido con el público. Siempre estáis con la presencia del público, como un tu y yo. ¿Qué te aporta el trabajo de dirección de Yayo Cáceres?

A.T.: Me aporta la mitad, o más de la mitad del trabajo que hago como dramaturgo, y como adaptador versionista. Digo más de la mitad, porque fabricamos juntos los símbolos, los juegos. Es verdad, que partiendo de la base de que todo es símbolo, estamos buscando la esencia, la palabra activa, el poder de la significación de un objeto, de una acción, de un pensamiento común, es lo que me lleva a escribir de la forma que escribo. Aparte de que es mi gran amigo y compañero, nos ha acompañado en Ron Lalá en toda la carrera. Ha sido nuestro director y nuestro formador. 

Me parece que es un poeta de facto, un gran compositor y letrista. También es un poeta del escenario, de la búsqueda de la esencia. Me encanta sentir que ha modificado mi forma de escribir, y este año apareció con nuestros amigos de la Editorial Antígona, que ya nos han editado el texto de 'Vive Molière', y los textos de varias de nuestras obras durante muchos años. 

Ahora ha salido 'DeporTeatro', que la quintaesencia teatral de Yayo. Son las transcripciones de sus talleres, de sus clases. Me parece muy divertida esa denominación. Yayo lo vive desde lo deportivo, el escenario como una cancha de tenis, y todos los que trabajamos con él nos hemos acabado contagiando de ese ritmazo, de esa alegría al componer, de ese ritmo de aplanadora de la música en directo y del espíritu del símbolo en acción y de la poesía escénica. 

A.E.: Estáis hasta el 30 de diciembre en el Teatro de la Abadía con 'Vive Molière'. ¿Venís a Valencia?

A.T.: Ojalá. Dos integrantes del elenco son de la Comunidad Valenciana. Marta Estal es de Valencia y Laura Ferrer es de Alicante. Son levantinas. Todavía no tenemos fecha, estamos a la espera de que se confirme. Parece que la gira va a ir estupendamente. La tercera miembro de nuestra compañía, Ay Teatro, es Emilia Yagüe, productora y distribuidora. Está armando la gira, de momento no ha aparecido Valencia. Espero que sí. En Valencia, hemos estado con todos los espectáculos desde el inicio de la carrera, y tenemos una complicidad allí con el público, con el lenguaje, con la escena valenciana... Ya nos sentimos un poco primos. Es inevitable que en algún momento vayamos.

A.E.: ¿Qué reacciones y comentarios te han llegado sobre 'Vive Molière'? 

A.T.: La verdad es que todo ha sido maravillosamente positivo, tanto las críticas como los comentarios de los espectadores. Todo lo que nos llega. Uno siempre intenta ver y escuchar con atención los comentarios para poder sacar conclusiones, sobre todo de lo que gusta menos. En este caso, arrollados todos por la ola molieresca, por la gracia infinita, por la inteligencia, la mala leche, la ternura... por el humor humanista que provoca Molière. 

Todo ha sido tan positivo y tan alegre, que nos sentimos un poco como en deuda con el maestro, con 'le patron' como le llaman los franceses. Nos sentimos contentos de que en su cuarto centenario, se redescubra para los espectadores españoles lo poliédrico que es. Los espectadores de teatro conocen a Molière, pero en el espectáculo hemos intentado contar a todos los Molières... al Molière amargado, intelectual, farsesco, slapstick, tosco, elemental... y todo el mundo ha salido con ganas de leer a Molière. Para nosotros, ese es el gran triunfo de montar un clásico, que la gente salga con ganas de leer y de disfrutar del genio de la comedia.

A.E.: En tu caso, Álvaro, es inevitable hablar de dos compañías que han marcado tu carrera artística, Ron Lalá y Ay Teatro. ¿Cómo ha sido tu trabajo en ambas compañías?

A.T.: Soy el dramaturgo. Me considero en primer lugar y único lugar, ahora que me he bajado de las tablas por falta de tiempo y por multiplicidad de proyectos, como dramaturgo. Me gusta proponer proyectos, ángulos desde los que ver diferentes clásicos, y dar pie al trabajo en equipo. Tengo la suerte  de trabajar con artistas geniales. Hemos hablado de Yayo Cáceres, pero en Ron Lalá está también Juan Cañas, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher, Íñigo Echevarría. 

Todos los compañeros, desde el punto de vista creativo, son grandes compositores, grandes músicos. De alguna manera, mi papel es el de la palabra, el del verso, el de las ideas, la documentación... También el del eterno aprendiz del teatro, de las esencias, de los clásicos. Porque estos viajes, ya sea en 'Villa y Marte' con el género chico y el sainete, o en Molière con los clásicos franceses, o en Juan Rana con el entremés español... todos estos viajes de diálogo, sabe uno donde empieza pero no sabes dónde acaba, porque son tan grandes e inabarcables, y el camino es tan estimulante, que el resultado te cambia a ti mismo. Me considero un aprendiz y un dramaturgo siempre en llamas. Siempre buscando nuevas ideas.

A.E.: Uno de los nombres que también marcan tu trayectoria es Helena Pimenta. De hecho, quería preguntarte si 'Noche de Reyes' viene a Valencia. Además, está una actriz que adoro y con la que tenido el placer de trabajar, Victoria Salvador.

A.T.: En el caso de Valencia, no te lo puedo confirmar en este momento. Helena Pimenta es mi maestra, amiga y compañera de tantas aventuras. En su etapa en la Compañía Nacional de Teatro Clásico hicimos tantas versiones... Nos enfrentamos juntos al Annapurna y al K2, a Lope, a Calderón... En mi caso, como dramaturgo, y ella como directora y con su maravillosa carrera con Ur Teatro me permitió acompañarla. En este caso, acompañarla, porque sabes que Helena es una de las grandes especialistas en España del teatro shakesperiano. Ha montado todos los grandes 'Shakespeares'. 

En el caso de 'Noche de Reyes', es una comedia tan áspera desde el punto de vista lingüístico, con dobles sentidos, juegos de palabras... Creo que Helena ha hecho un montaje bellísimo. Con un elenco inspiradísimo, y ha buscado las esencias. Una gran poeta del escenario, que ha convertido el país de Iliria en una costa de naufragios. 

A.E.: En este caso, adaptar un Shakespeare con tantas capas, tantos matices... Has adaptado a autores como Calderón de la Barca con 'La dama duende', 'El alcalde de Zalamea'; Lope de Vega con 'El castigo sin venganza'; y ahora Molière. ¿Cómo es el trabajo de dramaturgia a la hora de adaptar y trabajar estos clásicos?

A.T.: La primera palabra que me asalta con esta pregunta que me haces es "vértigo". Dan vértigo, en primera instancia. Tienes el referente a una altura tan grande por encima de los propios ojos, que el trabajo de versión y adaptación es darse cuenta de que los grandes clásicos te miran a los ojos. 

En realidad, son contemporáneos y presentes. En sus palabras, nos contienen como tribu, como sociedad, como personas. Nos llevan a los abismos y a las cumbres. Es un proceso que requiere varias fases. Hay una necesaria primera fase de documentación salvaje, profunda, en los enclaves históricos, en todo lo que rodea la obra que vas a adaptar, en intentar contener la prisa y la ansiedad de querer meterse en el texto, y zambullirse por completo en toda la documentación de la época, y en todo lo que uno encuentre, y en todas las traducciones y adaptaciones que se han hecho, claro que sí. Nuestro trabajo es ir rebotando y dialogando con todos los que han intentado subir esas montañas. 

Cuando empieza el trabajo con el texto, hay una labor muy grata y muy bonita de dramaturgia. Es una palabra que reivindico mucho, a lo mejor porque he tenido suerte con los directores. Entre el director y el dramaturgo se crean las líneas dramáticas, las tramas principales, las secundarias. Qué es lo que más nos interesa contar, cómo nos interesa contarlo, cómo lo sintetizamos, y sobre todo cómo tendemos el puente entre estas pequeñas cosas, esas "pequeñas grandes cosas" que nos diferencian de los clásicos. Por ejemplo, casi todos los clásicos teatrales están llenos de fragmentos de su presente, ahí tienes las grandes preguntas dramatúrgicas. Si vas a apelar al tuyo, ¿vas a suprimir esas partes? ¿las vas a dejar igual? ¿Estás buscando un teatro historicista reconstructivo, o estás buscando un salto? ¿Tu versión es una versión libre, o debería ser un 'basado en'? Como hemos hecho en el caso de 'Cervantina'. 

Son un montón de preguntas que van convirtiendo ese vértigo en una aventura. Es una sensación como de un montañero que con la ayuda del guía de alta montaña, en este caso las palabras del genio Molière, Shakespeare, Calderón... y poco a poco vas llegando a la tercera gran fase. Documentación, dramaturgia y la tercera gran fase es la propia versión. 

Un trabajo delicadísimo, con guantes de seda. Con el texto, modificando medio verso, trabajando una palabra para poder sacarla y que el espectador actual pueda entenderla. Trabajar mucho con el verso, sobre todo cuando están rodeadas de obras del autor, que haya dicho algo similar en otros contextos, nunca poner nada que no sea de la época... A veces es un trabajo casi invisible, que se ve muy poco, pero para mí es esencial. Esos pequeños recortes, esos cambios... que hacen que la obra vibre en la frecuencia correcta, que es el paso entre el pasado y presente.

La última fase es la del local de ensayos. Estar muchas horas con los actores, con el equipo artístico. Y muchas horas, por supuesto, con el director y la directora trabajando in situ. Viendo si funcionan las decisiones que has tomado. Todo esto resumido muy rápidamente a lo largo de dos meses es el trabajo del versionista. Un trabajo que en el fondo y para resumir es el de escudero del autor. El acompañante del autor, su valedor, para que su palabra llegue lo más intacta posible al presente, que se entienda todo lo que se tiene que entender, que se suprima todo lo que se tiene que suprimir, pero sohre todo con el máximo respecto. Para mí es respeto, que no reverencia.

A.E.: Es verdad. Es ese respeto, ese cuidado, hacia los textos universales. Aunque se trabajen ahora, pero siempre desde ese mimo y cuidado. En estos momentos, está 'Vive Molière' en Teatro de la Abadía, y en el Teatro Pavón hay dos espectáculos de Ron Lalá, 'Villa y Marte' y ¡Shhh! La Reina del Silencio'. ¿Qué nos puedes contar?

A.T.: En el caso de 'Villa y Marte' vamos a finales de enero al Teatre Principal de Valencia. El estreno fue en los Teatros del Canal, que son los coproductores, en febrero del año pasado. Ya tenemos toda la experiencia de docenas de funciones por toda España. Es un homenaje para lo que para nosotros es un clásico reciente. Es un homenaje de coña total, en clave humorística, al género chico, al mundo del sainete. Ese mundo del maestro Chueca, de Valverde, de Bretón, de Arniches.... A todo ese mundo de la Gran Vía, de la Verbena de la Paloma, de 'Agua, azucarillos y aguardiente'... 

Es un espectáculo pasado por la turmix de la ciencia ficción. Todo sucede en Martiz, en la cuna del casticismo, el único lugar de la galaxia en el que quedan chulapos. Es evidentemente un cráter en Marte. Un astronauta y su androide Trasto intentan colonizar Marte y se encuentran con aquello. Imagínate (risas). Una verbena, con chulapas gigantes de ocho ojos, organilleros de seis brazos... 

Todo en clave muy farsesca, nos lleva a la evocación de ese género chico, de esa esencia perdida que tiende un hilo entre el entremés barroco, el sainete de Ramón de la Cruz, y llegando a la comedia moderna, como Mihura o Jardiel. Para nosotros, el género chico tiene mucho que ofrecer, tenemos que revisitarlo, y las generaciones nuevas tienen que conocer o reconocer que es uno de nuestros clásicos. Es teatro musical, tiene muchísimo humor.

La música está compuesta por Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena, y Daniel Rovalher. Miguel Magdalena es el director musical. Hemos intentado hacer un trabajo literario en verso romance, musical y escénico, que devuelva al espectador esa vida del género chico, del teatro por horas. Ha sido una experiencia divertidísima. Vamos al Teatro Pavón, donde estrenamos 'En un lugar del Quijote'. Es un teatro muy significativo para nosotros. El Teatro Pavón fue una de las cunas del teatro musical de revista, de la decadencia del género chico. Estamos felices por volver. 

Además, nos hemos lanzado a la aventura de remontar un espectáculo familiar que es '¡Shhh! la Reina del Silencio'. Va a ser una risa. Hemos contado con un elenco maravilloso, Néstor Goenaga, Nieves Soria y Mario Quiñones. Es un espectáculo divertidísimo, para toda la familia, con muchos rasgos de Ron Lalá. Tiene lo ronlalero, la música en directo, el humor ingenioso, orientado a la familia. 

Es una especie de aventura en torno a la música, a sus principios y sus claves. Todo ello pasado por una trama rocambolesca, donde el Duende Lerende, que es un duende rapero, que vive encantado en el Bosque de los Duendes, con ayuda Doremi, el último caballero de la música y su guitarra sideral, y su nave interestelar y ultrasónica. Tienen que luchar contra la Reina del Silencio, una malvada y misteriosa reina, que por motivos misteriosos quiere lanzar el Rayo del Silencio Definitivo sobre toda la galaxia. Será 1h 10' de risas, de cantar, de bailar con el público, de hacerle partícipe, de aprender sobre los principios de la música, y disfrutar de este arte del presente.

A.E.: Como dramaturgo, ¿qué es lo que te impulsa a escribir, a adaptar, a soñar un proyecto?

A.T.: El primer impulso, la chispa del proyecto, es la poesía. Creo que siempre, de forma sistemática, en todos los proyectos en los que me embarco y nos embarcamos, casi siempre brota de la palabra poética, de la poesía entendida en el sentido más amplio. 

Por ejemplo, 'Malvivir' partió de una llamada de Marta Poveda. Llevábamos deseando trabajar juntos, después de nuestra experiencia con Helena en el Teatro Clásico. Me llamó y me preguntó. Colgué el teléfono, y tuve el chispazo de la poesía del hambre, de la picaresca. La poesía de esas mujeres que no habían tenido voz, y que habían aparecido en las novelas de picaresca femenina, que están por debajo o semienterradas por 'El Lazarillo de Tormes', 'Guzmán de Alfarache', o 'El Buscón' de Quevedo

En el caso de Molière, la poesía de la risa. Es algo que comparto mucho con Yayo, la idea de que los grandes cómicos son como los grandes trágicos. Son buscadores del camino al alma humana, a través de la carcajada, de la risa, pero siempre trabajando a fondo el humor. Trabajando el humor desde un camino humanista. Mira Molière con 'Tartufo', con 'Misántropo'. Hasta dónde puede llegar el humor... Siempre hablamos del humor desde el escándalo, pero si le das la vuelta a ese argumento también tiene una capacidad ilimitada de contar al ser humano, de ponernos un espejo delante, como dice el maestro Molière. A veces, el chispazo es la poesía. A veces es una copla, un verso. Son intuiciones. Ahí comienza la labor que te he contado antes. Es una labor enorme. La poesía es la base de mi trabajo, lo que me gusta es la poesía. Lo que he hecho toda mi vida es escribir poesía.


A.E.: De tu labor de escritura con la poesía, tienes obras como 'Año Luz', o 'Vuelavoz', que son las más recientes. ¿Qué te aporta como creador escribir poesía, además de teatro?

A.T.: En mi caso, la escritura teatral parte de la poesía. Para mí, la poesía está en la base, se conecta por completo. Antes, te he dicho que el verso es la música del idioma. Lo creo de manera literal. Todo el teatro que hacemos, tanto en Ron Lalá como en Ay Teatro, es en verso. 

El verso es el idioma natural del escenario. Procede de mi obra poética. Antes de escritor de teatro, he sido escritor de poesía. Es mi forma de expresión. 

Ha sido una alegría para mí este año tener cierto reconocimiento con el Premio Francisco de Quevedo. Es uno de los Premios de la Villa, y se concedió a 'Año Luz'. Mi último libro de sonetos, de búsqueda de un lenguaje contemporáneo. Para mí, es la quintaesencia de lo que hago. Decía Nietzsche, que el artista es un bailarín que baila encadenado a una piedra. Lo que le da belleza, rigor y sustancia a la danza es la métrica. Es la palabra ritmada. Es todo el trabajo de las aliteraciones, todo el trabajo con la rima. El trabajo intensivo con la palabra. Llevarlo a la palabra activa del escenario. 


Muchas gracias a Álvaro Tato por esta entrevista para A Escena Valencia.