El propio verbo resulta traicionero cuando se dice que el público va a ‘ver’ un espectáculo, puesto que la experiencia escénica va mucho más allá. Es lo que ha puesto de relevancia Paula Serrano en su nueva pieza de danza, Todos saben lo que está pasando, una propuesta que juega con el sentido de la vista tanto en lo que se refiere al elenco que la interpreta, que lleva los ojos vendados, como para los espectadores, que podrán disfrutar de una experiencia inmersiva, que propone una gran variedad de estímulos y ofrece algunas vías para abandonar el papel pasivo tradicionalmente asignado al público e interactuar con lo que ocurre sobre el escenario.
Del 13 al 16 de octubre, Sala Russafa acoge el estreno absoluto de este espectáculo dentro de la programación de Circuito Bucles. El festival y el teatro han colaborado con el programa Graners de Creació para apoyar la puesta en pie de este montaje, un paso más en la investigación que la bailarina y coreógrafa alcoyana realiza entorno a la prevalencia del sentido de la vista y de la estética tanto en la sociedad como en las artes escénicas.
Su anterior montaje, Antes de que todos los sepan, ya inició este camino de trabajo y estuvo nominado a los Premios de las Artes Escénicas del Institut Valencià de Cultura. Ahora lo profundiza con esta nueva producción, todo un reto para sus intérpretes. “En los procesos de creación de la coreografía ya llevábamos los ojos vendados. Es muy difícil bailar con otras personas sin verlas a ellas ni por dónde te mueves. Pero agudiza otras sensibilidades y percepciones, es muy interesante. Y, como creadora, te obliga a tener en cuenta mucho más que lo meramente estético cuando piensas en el resultado final del montaje, en lo que va a experimentar el público cuando asista a la representación”, explica Serrano.
Una de las fuentes que le han inspirado en este proceso de análisis sobre el ‘ocularcentrismo’ fue El libro negro de los colores, de Menena Cottin, ilustrado al completo en ese tono para enseñar a los niños a descubrir otras maneras de distinguir las formas y tener sus primeros contactos con el braille. “No quiero desvelar mucho sobre cómo sorprendemos al público, pero hay mucho juego con las texturas del vestuario que llevamos las bailarinas, por ejemplo. También con el sonido que hacen las coreografías o con el propio suelo, que deja de ser un punto de anclaje seguro”, comenta la creadora, que celebrará un encuentro con el público tras la función del jueves 13 de octubre en el que hablar de su curioso proceso de trabajo.
UNA COREOGRAFÍA LLENA DE RIESGOS Y UN ESPECTÁCULO QUE VA MÁS ALLÁ DE LO ESTÉTICO
Durante la función, los espectadores son los únicos que están viendo lo que sucede sobre el escenario. Pero, a su vez, ellos son observados por una cámara de seguridad y se muestra en una proyección lo que está experimentando uno de los intérpretes, que se encuentra en otro espacio vigilado. “Pretendemos generar esa sensación de constante control a través de la vista, de la imagen, en una sociedad llena de pantallas. Y queremos que, en ciertos momentos de la función, los espectadores tengan el control sobre lo que se ve o no en la caja escénica”, apunta Serrano sobre algunos canales de interacción con el espectáculo y sus intérpretes que el público va a poder utilizar, si lo desea.
La propia Serrano se integra en el elenco de la obra junto a Itxasai Mediavilla, Isabel Álvarez y Marta Santacatalina.
Durante cerca de una hora experimentan y transmiten al público toda una serie de estímulos en una coreografía llena de riesgos y un espectáculo en el que la estética está presente, pero no es preeminente, dejando espacio a otras maneras de percibir y disfrutar de la representación.
El centro de producción y exhibición teatral, creado hace doce años por la compañía valenciana Arden, arranca su programación regular con Todos saben lo que está pasando, una apuesta por las compañías jóvenes valencianas y sus trabajos de investigación. Desde este jueves al domingo, Sala Russafa estrena esta propuesta que invita a públicos y creadores a abrir todos sentidos y la mente para el disfrute de las artes escénicas.
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